SMS de la coordinadora de profesores
extranjeros: Este fin de semana hay un
viaje para los estudiantes y profesores extranjeros para esquiar en Yabuli.
¿Quieres apuntarte? Es gratis.
Así fue como rompí mi promesa que hice 15
años atrás. Una promesa firme, dolorosa y más que justificada: No vuelvo a esquiar en mi vida. Tenía
13 años, tal vez no sabía lo que quería en la vida, pero tenía clarísimo que
esquiar no estaba dentro de mis planes y sueños.
Un par de personas me dijeron: Si la otra vez usaste esquís, esta vez
deberías probar el snow, es más divertido y menos peligroso. Y yo, que en
15 años he debido olvidar que no se siguen consejos de gente que le gusta la
nieve (ni fiarse de la gente a la que no le gusta el chocolate), me armé de
valor y de un modelito apropiado.
Yo me autoconvencía: No no, yo no voy a esquiar. Un par de fotos, y a tomar té viendo la
nieve. Y mi amiga conmigo: Claro,
claro. Sí, sí. Pero claro, mi competitividad y mi razón no son amigas y la
primera suele pegarle una paliza a la segunda y es la perdedora la que asume
las consecuencias.
Esa frase ha sido difícil, así que voy a
resumir: CAÍDAS. AGUJETAS. TENDINITIS. DOLORES EN MÚSCULOS QUE NO SABÍA QUE
EXISTÍAN. DUDAS ENTRE IR AL MÉDICO O NO.
Antes, amigos bloggeros, ya andaba como las
muñecas de famosa por el hielo, pero ahora, gracias a estos dolores musculares
en extremidades, parezco Chiquito de la Calzada en slow motion. Solo las rusas
(a las que no tengo un cariño especial) consiguen parecer sexys y seguras de sí
mismas andando por la nieve con tacones de aguja a las 8 de la mañana.

No voy a empezar con las batallitas de cuántas
veces ni cómo me caí, lo que sí tengo claro es que la mejor idea que tuve en
mucho tiempo fue sentarme en la tabla y bajar en “trineo”. Mucho mejor y más
divertido, dónde va a parar.
No os creáis que esquiar aquí es lo mismo
que irte un fin de semana a Sierra Nevada. -25ºC hacían que el pelo que
se salía del gorro se congelara totalmente. Frío del de verdad. Yo iba envasada
al vacío y no paré de moverme así que no pasé frío ninguno, aunque mi pelo
congelado me avisaba de lo contrario.
¿Qué podemos extraer de esta experiencia? Que nunca os creáis a alguien que va a esquiar por primera vez como adulto y vuelve diciendo que ha sido muy divertido, que no se ha caído y que la semana que viene repite. O no ha esquiado en todo el fin de semana, o bien me ha copiado la técnica del trineo. Recordadlo.
Dolores aparte, me lo pasé genial. Me reí
como nunca y ver a mis amigos caerse merecía mucho la pena. Ataques de risa,
mucha gente nueva y un viaje por los sueños polares, como la canción. En un par de semana volvemos, hasta que nos partamos un brazo no paramos. Además,
cuando no esquiábamos, también nos reíamos y Ariel, que es el que retrata
nuestra vida chinorri, nos grabó haciendo el tonto un rato. Este video editado
es un detalle para ellos, los argentinos que han hecho estos meses tan
divertidos. Tal vez sea poco serio e ilustrativo, pero está hecho con cariño.
Los exámenes van a empezar ya en la
universidad y en un par de días es Navidad. No me molesta en absoluto pasarla
aquí. La Navidad me parece triste, agobiante y forzada, así que venirme a un
país comunista me pareció genial en su momento. Desgraciadamente, escucho algún
villancico que otro en algún centro comercial y tengo que ver muñecos de Papa
Noël que me dan ganas de quemar.
Ser cajera en un país comunista no te libra de hacer el
ridículo.
Así que nada, Millán Salcedo, señora ministra de Trabajo, seré de las
pocas inmigrantes aventureras que esté contenta de perderse las
navidades y de no verle la cara todos los días en el pp-diario de televisión
española.
A pesar del pseudoataque de ira del párrafo
anterior, no me malinterpretéis, porque últimamente soy todo amor. Será el
frío, que nos pone tontas.
Muchas gracias por leerme.
Tx.