Una humilde periodista que dejó de lado su vocación por necesidad, optó por la docencia
y, de repente, emigró a China. Pero muy China. Chinísima.
Es mi tercera aventura, un nuevo blog.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Hoy, en Desafío Extremo: Harbin.

Me atrevería a asegurar que no había pasado frío en mi vida. En mi puta vida. Ni en Madrid, ni en Bruselas, ni en Berlín, ni en Vancouver. Es como si todas las tiritonas que recuerdo no tuvieran sentido alguno. Es abrigarme cada día para ir a clase y atravesar la nieve, y el hielo, y sentirme ese hombre tan rubio y feo de Desafío Extremo que veía en la televisión en España cada vez que Cuatro se quedaba sin programación.

Yo, volviendo de trabajar.

Aquí estamos todos obsesionados con la temperatura, hasta los propios chinos. Pero es que no es para menos: los -20ºC es ya la temperatura media diaria. La nieve se convierte en hielo y los estudiantes se dedican a picarla y moverla con palas para apartarla a los lados, en plan barricadas: barricadas blancas que superan el medio metro.

Y a pesar de todo esto, os sorprenderá la respuesta que tengo a los que me preguntáis cómo se puede vivir con tanto frío: Pues no se lleva tan mal. Para nada. De hecho cuando salgo a la calle pienso: ¿-23ºC? ¡No es para tanto!. Y tan contenta. A los cinco minutos el frío empieza a hacer de las suyas y me voy dando cuenta de que sí, que hace algo más que frío y que sigo sin saber cómo describir correctamente la sensación de helor.







Qué bonita la nieve, ¿verdad? Muy blanca. Muy todo. Ya. Para mí su belleza radica en que el día que nieva, el termómetro tiene la gentileza de subir unos grados y a lo mejor disfrutamos de unos -13ºC que, aunque os parezca frío, juro que es lo más cálido que recuerdo desde hace un par de meses.

Los dos días siguientes son distintos: el termómetro se venga de la ‘cálida’ temperatura y baja hasta los -28Cº, sin piedad. Todo se convierte en hielo y la calle es una pista de patinaje, aunque yo la llamaría de ‘caída libre’. ¡Arg! Uy, esa china casi se cae. ¡Arg! Uy, que me caigo. Qué gracia. ¡Uh! Otra vez. JAJAJAJA. Qué bonita la nieve, qué frío hace… ¿qué temperatura hará en España? Ay, tengo que llamar a … ¡HOSTIACA!

Perdón por la expresión, pero no existe otra palabra para definir semejante beso al hielo. No os confiéis. No miréis el móvil. Si hay mucho hielo, mirad al suelo y concentraos. ¡Hasta aquí mi Briconsejo! Después de EL golpe, estuve un día en la cama mientras todo me daba vueltas. Poca broma.

Hielo

Qué queréis que os diga, a mí jamás me había DOLIDO el frío. Notas como los músculos de las piernas se te engarrotan y como cristalitos que se te clavan: un hormigueo te avisa de que más bien poca sangre corre por tus extremidades. Entonces entras a un sitio calentito y vuelves a creer en Dios. Notas como la sangre vuelve a fluir. Tus pestañas congeladas se derriten, el rímmel se cae y pareces un payaso (miedo). Pero un payaso feliz y calentito.

Otro apunte: no puedo ir sin guantes. Ni sin gorro, ni sin orejeras. Y por supuesto, ya me he comprado la mascarilla típica china para el frío. Es un inventazo, lo tengo que reconocer. A pesar de mi negación inicial, desde que decidí comprar una y ponérmela, sé que me va a costar no llevarla en España. Es cómoda y te evita respirar el aire helado que te seca las vías respiratorias. Así que la bufanda se queda relegada a su papel principal, que es el de cubrir garganta y pecho. Lo dicho, in-ven-ta-zo que creo que me está salvando de esos resfriados a los que sabéis que estoy abonada.



Sustos de vivir en Siberia (tengo sangre andaluza y soy exagerada, qué queréis que os diga): Llevo el portátil a la universidad para dar una clase y cuando llego, la batería no funciona. Casi dejo de respirar del susto, pero luego conté hasta 10 y recordé que el frío inhibe las baterías de algunos aparatos electrónicos y que luego resucitan. Respiré tranquila.

Me pregunto cómo sobrevivieron aquí los antepasados de estos chinos: (Los primeros asentamientos datan de 2.200 aC). No sé, no entiendo. ¿No eran nómadas? Porque yo hubiera elegido un sitio mejor donde acampar, eh. Supongo que serían todos como el típico amigo con el que te ibas al Viñarock y decidía plantar la tienda en el primer hueco que veía, aunque estuviera a 5 kilómetros del recinto. 

Los chinos antiguos no pensaron en que a las 6 de la mañana, cuando uno vuelve de fiesta, hace -32ºC y que esto lo convierte en una odisea. Llego maldiciendo, corriendo, intentando no caerme (por todos los factores) y llegar a casa es el mayor premio que existe en el mundo en ese momento… después de encontrar un taxi para llegar, claro. Porque se pone a nevar y desaparecen los taxis. Y, amigos, esperar en la calle a -30ºC no es ninguna tontería. Al tercer taxista que dice que no nos lleva porque no le viene bien, pues me acuerdo de sus antepasados milenarios. Uno a uno.

Yendo a la fiesta, uno tiene mejor humor: os dejo un vídeo ilustrativo. No se ve demasiado, pero yo siento escalofríos al verlo: creo que el frío me congela las ideas y a lo mejor atino a decir una frase entera en todo el camino.


Dos argentinos y dos españoles sobreviviendo 
a los -30º mientras cambian de bar.

Aprovechad el tiempo otoñal/pre-invernal y echadle un vistazo a esta página cuando os sintáis desgraciados porque ya casi es invierno y hace frío.

Mil gracias por leerme.

Tx.

3 comentarios:

  1. Madre mía Txarito. Y aquí pensamos que hace frío! Abrígate mucho!

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  2. Ains, q mal lo he pasao solo de ver el video. Ánimo!! Anda q iba a moverme yo de la mesa camilla y del calor de mi batamanta si estuviese alli... BesikOs!!!
    Fiko

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  3. Vamos a tener que pensar lo de pillarse un taxi para ir del Fox al Box... la ultima vez me pegue una carrera pa llegar pronto que pa que! xD

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