Una humilde periodista que dejó de lado su vocación por necesidad, optó por la docencia
y, de repente, emigró a China. Pero muy China. Chinísima.
Es mi tercera aventura, un nuevo blog.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Un mes.





Suena el despertador. Repetir. 10 minutos más. Sueño algo bizarro. Vuelve a sonar. 10 minutos más. Sueño algo genial. Suena otra vez. Vale, ya me levanto. Con pinta de haberme lavado la cara con avispas, voy a la ducha. Y el agua sale marrón. Espera, no. No sale. Solo sale el agua fría. ¿Y la caliente? ¡Está lloviendo, tengo frío, necesito ducha caliente!

Así es como descubrí que iba a estar 6 días sin una ducha caliente en mi casa. Yo soy de esas personas que necesitan ducharse al saltar de la cama para poder terminar de despertarse. “El tubo se ha roto”. Esa fue la explicación que me dieron. El tubo.

Yo ya había sido precavida y me había apuntado al gimnasio para no engordar con este horario y alimentación que llevo, así que no me ha quedado otra que ir (por primera vez) para poder ducharme luego. Como cuando te tocaba Educación Física a primera hora en el instituto.

El gimnasio no es ninguna maravilla, pero está dentro del campus y a menos de 10 minutos de mi casa. Es barato y, como todo, me sorprende. Hay un montón de chinos que se creen cachas pero NO. Cogen las pesas, que son de grandes como ellos y hacen un ruido de hacer haciendo deporte, aunque sus músculos digan lo contrario.

El primer día llego y todos emocionados. Solo escuchaba ¡Hello! ¡Hello!. Yo puse cara de no entender ni el inglés y me puse el iPod a todo lo que daba. Lo siento, no quiero amigos pseudo-cachas.

Me voy a la ducha. ¡Qué ducha! He visto alguna así en algún reportaje de Callejeros en una barriada andaluza. También huele a orín. Todo lo que tenga un váter cerca huele así. Me armo de valor, pienso en la temperatura del agua y me siento capaz de cualquier cosa. Entro en las duchas con unas chanclas gigantes y me encuentro a una china muy peluda. Una china muy peluda que no me saluda. Sigo sorprendida con esto: no hay cortesía con la gente que no se conoce. En España saludas en el portal de tu casa, en el ascensor… o si alguien se mete en la ducha contigo, digo yo. Ellos no. Te miran con cara de: ‘Uy, una rusa’ y tú te quedas con el Ni hao en la boca.

Qué bien, soy mucho mejor persona después de ducharme. Miro a mi alrededor. Un momento: ¿no hay enchufe? Lo busco como si mi vida dependiera de ello. Necesito secarme el pelo, afuera hace 14º y esto se llama resfriado seguro. Le pregunto a una de las encargadas por algún tipo de enchufe y, con la mejor de sus sonrisas, me dice que no con la cabeza. Muy simpática, pero yo noté en sus ojos esas ganas contenidas de contestar: “Sí, claro, cari. Y el jacuzzi con el chulazo para darte el masaje con happy ending está al fondo a la derecha, no te digo”.

He decidido que mejor me ducho en mi casa cuando haga -25º. No me gusta a mi lo del pelo escarchado, llamadme antigua si queréis.

Los días pasan rápidos entre gimnasio(*) y clases. Por fin pude ponerles nombres españoles a los de primer curso: no tienen ni idea de castellano y les tengo que hablar en inglés todo el tiempo. Muy divertido: escribí nombres de todas mis amigas en la pizarra y ellos iban eligiendo. Treinta chicas: Zoe, Inés, Irene, Carmen, Mar, Alicia, Noelia, Gloria, Bea, Ángela, Lucía, Soraya, Paula, María, Blanca, Olivia… y, por supuesto, una se ha quedado con ‘Cari’. ¡Y tan contenta!


Solo hay dos chicos en el aula femenina y yo pretendía llamarlos Iván (Ferreiro) y Guille (Milkyway). Pero nada, se decantaron por Daniel y David.


No quiero hablar demasiado de mis alumnos, pero la verdad es que me dan la vida: no pueden ser más graciosos. Hay días que no me entienden y creo que esos son los mejores de todos. Esta semana resumí la historia de España en UNA clase. Fue un resumen muy por encima, que los de más nivel entendieron pero los que tienen menos no pescaron nada. Yo con mis PPT, mis fotos y ellos diciéndome que no sabían qué era un romano ni un judío. Les hago una práctica en la que, en grupo, contestan a unas cuantas preguntas. Lloro de risa con las respuestas.


-¿Qué son las pinturas rupestres?
-22.000 años. Los cazadores matan toros españoles.

-¿Qué sucedió el 2 de Mayo de 1808?
Ocurrió los ‘Borbones’ en un puerto de Madrid.


Esto, lo simpáticos que son, los mensajes que me mandan y las cosas que me dicen es lo que hace que los días pasen demasiado rápidos. Además, claro está, de mis nuevos amigos argentinos, con los que comparto risas y fiestas. Unos copados.



Falta otro más en la foto: http://decimequesi.tumblr.com/


 Ellos también tienen que ver por el campus cosas que me hacen aguantarme la risa como que los chinos se echen la siesta en CUALQUIER SITIO:






O los modelitos imposibles (prometo una entrada sobre moda Harbinesa pronto):

Es una alumna. Ella y sus 22 años vinieron muy serios a clase

O que tengamos un pedazo de torre que echa humo negro a lo isla de Lost durante la mitad del día. La polución está aquí mismo y la gente dando vueltas alrededor de una especie de pista de atletismo en la que casi nadie corre. Solo la usa la gente mayor por la noche para hacer una procesión en la que bailan cosas raras con música rara (y no es reguetón). Es como una ruta del colesterol, pero más ordenada y con música. Video pronto, lo prometo.




En fin, enseguida llega el fin de semana, y todo el trabajo se agrupa en dos días en los que nos volvemos a juntar en la discoteca con música tan fuerte que la caja torácica te retumba, con un grupo de españoles que son geniales y esos cubatas a 2 euros de los que os hablé y que me hacen sentir regular tirando a mal. En fin, que no nos podemos quejar, yo ayer celebré mi cumpleaños como está mandao.




Lo único que pediría es que los japoneses y chinos se arreglen con la disputa de las islas y que el ministro de Defensa de los EEUU deje de decir que esto puede desembocar en una guerra, que yo me asusto. Que quiero quedarme un año entero aquí. Que acabo de llegar, hombre.


Gracias por leerme, como siempre.
Y mil gracias por las mil visitas al blog en solo tres semanas.

Tx.



(*) Sé que no os habéis creído lo de mi asistencia DIARIA al gimnasio. Y bien que hacéis.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Hospital Chintral.

Queridos lectores occidentales que os reís con mis humildes entradas:

Este post está dedicado casi por completo a mi primera (y espero que última) visita a un hospital en Harbin: necesitaba un chequeo médico para no se qué mierda visado de trabajo, distinto al visado para entrar en China.

Yo hice lo humanamente posible para que no se volviera a repetir la escenita que monto cada vez que me sacan sangre, así que mareé a mis santos padres para que me enviaran todos los análisis y pruebas que me tuve que hacer antes de abandonar Españistán.

Con ciertos problemas (casi dos semanas) para recibir la carta y todos los resultados, a las 8.30 de la mañana nos recoge un chófer a mi salvadora amiga china y a mí y nos lleva al hospital. Yo ya me encontraba regular: no había desayunado por si me sacaban sangre y estaba mareadísima ya de pensar en la aguja y en mi fortaleza.

Llegamos allí, todo el mundo gritando, saltándose las colas y un olor a hospital desinfectado que en vez de alegrarme ya me puso pálida. Me dice la china que nanai de la ídem, que mis análisis no sirven (sin mirarlos) y que hay que volver a hacerlos de nuevo, además de pagarles 383 yuanes. Pues nada, me pongo a ladrar en arameo y a llamarles cosas bonitas a todos los chinos que veía por allí. Es un desahogo poder insultar sin ser entendida, la verdad.

Ese desahogo de bien poco me sirvió. Empezamos con un análisis de orina. Bueno, eso no me da tanto miedo. Camino al servicio, mi inocencia y yo íbamos imaginando el baño de un hospital nuevo como en el que nos encontrábamos. Conforme me iba acercando mi pituitaria me fue dando pistas de que ambas estábamos equivocadas y de que seguía estando en esa China en la que todos los baños huelen a orín retestinado. Los que me conocéis bien sabéis que no soy tan delicada… Pero ese olor… ese olor. 

Empiezo a tener arcadas a lo gente en youtube viendo 2girls1cup (podéis pinchar, que no es ESE vídeo, desconfiados...), abro el baño, y veo que ¡las probetas con el orín se dejan abiertas encima del váter en cuestión!
  
Le pregunto a la china:

-¿Pero de verdad? ¿Así? ¿Sin más? ¿Y si quiero echarle agua a otra probeta? ¿Y si cambio las pegatinas?
-No creo que nadie quiera hacer eso.
-Hija, ya, pero…. (arcada, tos, asco).


Perdón por la foto tan explícita, pero creo que es necesario que compartáis mi repugnancia

Era el turno de la radiografía. En esto soy una experta: un mes de radiografías más que diarias me avalan.

-¿Me quito el sujetador?
 El hombre agobiado: -¡No, no, no, no!
-Hijo, ¡pero si no las tengo feas, no te pongas así! Thalía, cari, dile que el sujetador lleva metal, por si no ha visto alguno en su vida con esa cara que tiene, que parece de cera.
-¡Dice que da igual!

No entiendo nada aquí. Fue en el exacto momento en el que decidí dejar de pensar para que esas horas en el hospital no fueran un trauma. Que se pronuncien los que saben de radiología y sistema sanitario español en general, por favor.

Conforme se van terminando las pruebas (¿vivo en Harbin Express o no?) se acerca el momento de la sangre. Yo cuando ya veo a la enfermera con su cofia a los años 50 y la goma para poner en el brazo empiezo a perder el color y a tener un sudor frío peligroso. Ay. Ay que se me saltan las lágrimas. Le pido que por favor me saque la sangre de la mano. Accede. (Ya sé que duele más, lo tengo comprobado, pero es algo psicológico, inexplicable y absurdo).

¿Tengo que sacarme sangre sentada? Madre mía, mi primer desmayo en China, verás.
Pero no, mi salvadora estuvo al lado. Yo miré para abajo y lloré. Lloré, joder. No lo podía evitar, me moría de la vergüenza pero me daban hipos y todo. Me río de pensarlo ahora pero en ese momento ‘gracia’ no era la palabra que describía mi estado. Os podéis reír de mí todo lo que os apetezca, pero pensad que no falta tanto para que vuelva a España...

Respiré tranquila cuando todo terminó. Fui a ver a la directora hecha un trapo. Pálida y pegando tumbos para los lados. Pero bueno, fue una excusa para comprarme un dulce de los que comía Doraemon (true story) y descansar un poquito.


                                                                                                       
La clase de luego, muy divertida. Cultura de España. Toca hablar de la sociedad española y, entre otras cosas les cuento a los chicos cómo es la realidad sobre  la homosexualidad en España. "Dos hombres y dos mujeres se pudieran casar y tener los mismos derechos que un matrimonio heterosexual". Dos se pusieron rojas al ver una foto de Jesús Vázquez besando a su marido después de su boda: una de ellas se tapó la boca y estuvo así durante 5 minutos. La cría no daba crédito. Esto algo a lo que China se está acostumbrando, la homosexualidad en este país es un tabú que poco a poco va asomando en un país en continua transformación. A ellos aún les cuesta mucho, aunque casi todos mis alumnos han escrito en los ejercicios que aunque las bodas homosexuales son ilegales en su país, ellos los apoyan y que creen que todo el mundo debe encontrar el amor. (¡Me los como!)

Aquí el matrimonio (heterosexual, se entiende) es algo que SIEMPRE sucede. Tienen la idea de que si no pueden casarse han fracasado en la vida, de hecho hace poco se publicó un artículo en El País sobre las mujeres que se casaban en China con hombres homosexuales porque así los dos evitaban las críticas.

En fin, que los alumnos chinorris me dan la vida. Porque cuando un día largo te pasa por encima, estás cansada y tienes problemas de papeleo y cierta morriña, de repente es el día del profesor y los alumnos te reciben así en clase.





Y te regalan flores. (Chinos ofreciéndome flores, de repente tuve un deja-vu. Sentí que estaba en España, de noche, con luces y música fuerte, no sé.)




Una última foto para terminar: he descubierto que en China también trabaja uno solo mientras los demás miran. ¿Veis como no somos tan diferentes?




Poco más os tengo que contar, no ha pasado mucho tiempo desde la última entrada. Prometo seguir haciendo fotos y apuntando estas cosas surrealistas que me ocurren día a día, ¡pero tampoco hay que pasarse!. 

Gracias por leerme ¡y por vuestros me gusta/comentarios facebookeros!

Tx.



domingo, 9 de septiembre de 2012

La entrada eterna.

Queridos lectores occidentales:

Me alegran increíblemente muchísimo vuestros comentarios por Facebook, mails y whatsapps en los que me decís que os reís con mi blog. Supongo que la actividad irá decayendo, como suele suceder, pero mientras tanto, intentaré que sigáis esbozando una media sonrisa cuando leáis las chorradas que escribo sobre mi nueva experiencia.

Esta semana he tardado más en escribir la entrada porque cuando la iba a publicar, me comunicaron que el mejor perro del mundo, mi Blas, ya se había ido. Así que decidí escribirle algo a él y dejar esto para más tarde. Y claro, cada día que paso sin escribir, son más anécdotas e historias que me ocurren.

Hoy no hablaré tanto de ellos, pero es que mis alumnos me siguen dejando sin palabras, y yo el sentirme Lady Gaga (rara y famosa) lo llevo bastante bien, qué queréis que os diga. A los chicos, les falta quitarse la chaqueta y tirarla al suelo para que no pise los charcos. Me miran como si hubiera salido de otro planeta. Las alumnas se amontonan para hablar dos palabras conmigo a final de cada clase y me preguntan que si puedo comer o cenar con ellas un fin de semana. Es raro, pero la docencia aquí es algo satisfactorio y motivador. Para Asia todos, profes.

El centro de Harbin (a luz del día) ya es otra historia. Allí casi ni se ven rusos, que abundan en el campus, así que cualquier occidental es la sensación. ¿Por qué este ser pasa desapercibido y a mi me hacen fotos? Quien quiera ser diferente, que venga aquí unas semanas. Con llevar vaqueros, ser alto y un poco rubio basta. Tribus urbanas, chupaos un pie.


Hablemos de donde vivo. Mi edificio se construyó en 1941 y me parece que desde entonces hicieron pocas reformas. Es viejo, vale, pero es calentito y creo que eso lo voy a agradecer enormemente en un mes.

Para los que me preguntáis; es un apartamento con una habitación muy grande: cama, mesa, armario, tele, una mesita y sillas horribles, un balcón, un baño con unas tuberías de plomo de la II Guerra Mundial y una cocina.

La cocina está bien, pero atención a la vitrocerámica portátil (¡POR-TÁ-TIL! ¡Como si fuera algo útil que echarse al bolso!). Os juro que le doy a un botón y este aparato alcanza niveles de magma volcánico en segundos. Como los cafés de los bares españoles, pero más rápido.



El primer día que intenté hacerme una triste tortilla francesa puse el aceite, el cazo en la mini vitrocerámica… y cuando fui a echar los huevos, el cazo estaba incandescente y deformado. 

Otra anécdota para recordar: me atrevo a ir sola al supermercado (os prometo que es todo un reto, parece que estoy en Harbin Express y que tengo que conseguir los productos sin saber qué pone, esquivar carritos de la compra y entenderme con las vendedoras). Y después de encontrarme esta marca de cosméticos de la que nunca compraré nada…




…y de pensar que nada malo me puede ocurrir en un país en el que Jackie Chan sale en los botes de Mistol….


Una señora vieja y loca me pega en el brazo con todas sus fuerzas y empieza a gritarme. Yo, de primeras, me cago en sus muertos, siendo sincera (que también podría haberle gritado ‘¡Me gustan los chorizos parrilleros!’ porque me hubiera entendido igual). No sabía qué hacer: la señora seguía gritándome, yo miraba a mi alrededor y empecé a sentir cierta… inseguridad. Siguió adelante, enfadadísma. Con gestos, la gente empezó a decirme que esa mujer estaba loca, que no le hiciera caso. “Claro, como no te ha pegado a ti, cari…”.

Aparte de este pequeño tropiezo sin importancia, sigo como siempre, todo me sigue sorprendiendo y encantando. Por fin he entendido el sentido del servicio militar de dos semanas que hacen todos los estudiantes de primer curso de la universidad. De repente, mi cerrada mente occidental inexplicablemente se abrió y lo comprendió todo: ¡SON LAS NOVATADAS DE TODA LA VIDA! Pero más organizadas y obligatorias, como debe ser. Qué salaos. Esto sí que son unas fiestas de bienvenida. Aprended, españoles. Dejemos de hacer el ridículo con nuestros novatos, paellas y cerveza.



Para terminar, os deleitaré con una de esas frases dignas de enmarcar por alguna de mis amigas que tanto echo de menos:

“Hay chicos que por detrás no parecen chinos, pero luego se dan la vuelta y, desgraciadamente, lo son”.

Mi amiga china me ha pedido que se lo explicara, pero a mí me ha entrado la risa floja. A vosotros os lo puedo explicar. Veréis, es como cuando te gusta mucho alguien, te vas a una fiesta en la que ÉL NO ESTÁ, pero tú la primera media hora lo ves en gente que no se le parece. A todas os ha pasado. (A los chicos desconozco si también os ocurre*). Pues es algo así. Sacad vuestras propias conclusiones, yo no me atrevo.




¡Fiesta! ¡El viernes por fin salí!. Solo me hizo falta conocer a unos argentinos, unos rusos y así encontrarme con la noche harbinesa. La discoteca, un cuadro: música comercial, rusas bailando con síndrome de la go-go trasnochada y gin tonics a 2€. Veo a entrar a un grupo y pienso: no podrían ni disimularlo, son españoles. Pues sí. Y algunos llevan aquí viviendo años. ¡Lo mismo Harbin no era tan aburrido! Otro día os cuento lo que viene a ser 'salto de valla para entrar en el campus de noche'. En Beijing creo que fue deporte olímpico.



El sábado el grupo de españoles me invitó a una cena...eh, no. Esperad. UNA CENACA. (Ahora sí). Tortilla de patatas, gazpacho, patatas con ajito, embutido, vinito, jamón... aún no echaba de menos la comida española pero disfrutarla, la disfruté un rato. Volvimos a salir y esta vez ¡pinchaban dos dj's alemanes! Electrónica europea: bendita maravilla venida de Occidente.

Así que nada, como podéis ver ya tengo amigos chinos, argentinos, cubanos y lo que faltaba :¡españoles! Y yo que me adapto tan mal a los grupos y las cosas nuevas pues ¡lo estoy pasando taaan mal! 

Mañana es el día de los profesores y veo a muchos alumnos comprando flores. Yo no sé ni qué esperarme. Os lo contaré en la próxima entrada.
Como siempre, gracias por leerme.

Tx.

* Es que yo de hombre solo tengo lo de ver deporte, el odiar ir de compras interminables, el gusto por beber cerveza como si tuviera 6 hijos en la cárcel y tocar el tambor. Ah, y según Juan Merchán, me río a carcajadas, como los hombres de las películas de vaqueros. Ahí queda eso. Gracias, compi.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Univerchitarios.

-Muy bien chicos, ¿habéis entendido esta pequeña introducción a la literatura española? 
-[silencio sepulcral]
-¿Queréis preguntar algo? ¿Tenéis alguna duda?
-Sí, profesora... ¿por qué te llamas 'Charo' y no 'Chara'?”

Viendo la gran acogida que tuvo este estado en mi Facebook y las risas que os echasteis a mi costa, he visto conveniente dedicar este post casi por completo a mis nuevos alumnos.

Para empezar, en vez de alumnos los podría llamar fans. Si estoy en el comedor, vienen corriendo y solo para decirme ¡Hola profesora! ¡Adiós profesora! Y se marchan tan contentos. Yo les contesto y me quedo sonriendo como tres horas, aguantándome la risa.

El otro día cené en el comedor de los estudiantes con uno de los alumnos. Otro chico de clase nos vio: dejó a sus amigos sentados a la mesa y se vino corriendo a sentarse con nosotros. Después de asistir a mi clase de Cultura Española, me pregunta que si puede venir a mis clases de Historia de la Literatura y apreciación tan solo a escuchar (qué pelota, ¿no?). Me siento halagada: claro, ven. Y tan contento el crío.

El día de antes cené con los alumnos de 3º. Iba con tres, y nos sentamos en la mesa con otras 5 chicas. Me vieron y se pusieron hasta nerviosas y me gritaban: ¡Buen provecho profesora!. Yo peleándome con los palillos y ellos mirándome y sonriendo. Un poco incómodo, necesito gafas de sol, como la Pantoja volviendo de Miami en el 91.

Recibo mails y mensajes al móvil diciéndome cosas como (palabras textuales): ‘Profesora, encantado de conocerte. Eres alta, guapa y tienes el entusiasmo’. No sé cómo interpretarlo. Siento entre miedo y fascinación absoluta.

Les puedo contar lo que quiera: yo tengo la verdad absoluta. Ellos asienten. Apuntan y… no se enteran, vale. Tienen un nivel muy bajo.
Repito las cosas una y otra vez. Gesticulo muchísimo (más de lo habitual, sé que os cuesta imaginarlo). ¿Me entendéis? Asienten. ¿Entendéis lo que os he dicho? Caras de: regular. No, no me entendéis. Lo repito. La misma cara. Uf. Explicarles El Cantar del Mío Cid me ha dado un dolor de cabeza que no os puedo describir.

Clase de audición: sólo tengo 8 alumnos. De los cuáles solo vinieron 3 a la primera clase. Es verdad que hubo un tifón (yo creía que era una tormenta muy larga. Como me diría mi amigo Matías: “qué europea sos”) que derribó árboles, rompió alguna estructura y era un poco peligroso salir de casa.




¿Os gusta el cine? ¿La música?
-Me gusta la música española, es muy moderna. He escuchado ‘La Chica de Ayer’.
Ah, pues sí, muy moderna.

Son tímidos y están nerviosos en clase. Tienen miedo de equivocarse o de faltar al respeto. Yo intento que estén cómodos, pero conseguir que hablen me supone un esfuerzo sobrehumano. Los debates son imposibles. Y a mí, dos horas de clase hablando sobre literatura, por ejemplo, se me hacen interminables. Se me acaban los temas que no entienden. Aquí la innovación educativa se la pasan por la Bahía de Cádiz.




Los estudiantes hacen una especie de servicio militar cutre en la universidad. 
Hace dos días que esto parece Vietnam.

Los universitarios viven por y para estudiar. Hay alumnos que tienen clase 7 días de la semana. Algunos días comienzan a las 8 de la mañana y terminan a las 7 de la tarde: no tienen mucho tiempo para más cosas. Se lo toman tan en serio porque en China el acceso a la universidad es muy difícil: tan solo un 10% de los alumnos consigue pasar y los jóvenes son conscientes de que en ocasiones sus padres hacen verdaderos esfuerzos para que ellos puedan estudiar. Tanto es así, que durante la selectividad, aumentan el número de suicidios de jóvenes chinos. Cuesta creérselo: échale un vistazo a esto.

En fin, que os contaría mil cosas más, como que una media de 3 estudiantes rusos al día se me acercan y me dicen:

-“Dimitri, Smirnoff” (algo así entiendo yo)
- Sorry, I’m not russian (sorpresa absoluta). I’m Spanish. 


Se me acumulan las anécdotas en una semana que llevo aquí y creo que esta entrada ya es demasiado larga. Pronto tendréis una foto de mis críos. Empiezo a distinguir a algunos. 


Gracias por leerme!


Tx.

PD. Hay chicos que cuando leen, ponen voz de robot. Juro que es verdad. True story.