Una humilde periodista que dejó de lado su vocación por necesidad, optó por la docencia
y, de repente, emigró a China. Pero muy China. Chinísima.
Es mi tercera aventura, un nuevo blog.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Viaje a las caídas polares

SMS de la coordinadora de profesores extranjeros: Este fin de semana hay un viaje para los estudiantes y profesores extranjeros para esquiar en Yabuli. ¿Quieres apuntarte? Es gratis.

Así fue como rompí mi promesa que hice 15 años atrás. Una promesa firme, dolorosa y más que justificada: No vuelvo a esquiar en mi vida. Tenía 13 años, tal vez no sabía lo que quería en la vida, pero tenía clarísimo que esquiar no estaba dentro de mis planes y sueños.

Un par de personas me dijeron: Si la otra vez usaste esquís, esta vez deberías probar el snow, es más divertido y menos peligroso. Y yo, que en 15 años he debido olvidar que no se siguen consejos de gente que le gusta la nieve (ni fiarse de la gente a la que no le gusta el chocolate), me armé de valor y de un modelito apropiado.

Yo me autoconvencía: No no, yo no voy a esquiar. Un par de fotos, y a tomar té viendo la nieve. Y mi amiga conmigo: Claro, claro. Sí, sí. Pero claro, mi competitividad y mi razón no son amigas y la primera suele pegarle una paliza a la segunda y es la perdedora la que asume las consecuencias.

Esa frase ha sido difícil, así que voy a resumir: CAÍDAS. AGUJETAS. TENDINITIS. DOLORES EN MÚSCULOS QUE NO SABÍA QUE EXISTÍAN. DUDAS ENTRE IR AL MÉDICO O NO.

Antes, amigos bloggeros, ya andaba como las muñecas de famosa por el hielo, pero ahora, gracias a estos dolores musculares en extremidades, parezco Chiquito de la Calzada en slow motion. Solo las rusas (a las que no tengo un cariño especial) consiguen parecer sexys y seguras de sí mismas andando por la nieve con tacones de aguja a las 8 de la mañana.


No voy a empezar con las batallitas de cuántas veces ni cómo me caí, lo que sí tengo claro es que la mejor idea que tuve en mucho tiempo fue sentarme en la tabla y bajar en “trineo”. Mucho mejor y más divertido, dónde va a parar.

No os creáis que esquiar aquí es lo mismo que irte un fin de semana a Sierra Nevada. -25ºC hacían que el pelo que se salía del gorro se congelara totalmente. Frío del de verdad. Yo iba envasada al vacío y no paré de moverme así que no pasé frío ninguno, aunque mi pelo congelado me avisaba de lo contrario.
Foto de Ariel. http://decimequesi.tumblr.com

¿Qué podemos extraer de esta experiencia? Que nunca os creáis a alguien que va a esquiar por primera vez como adulto y vuelve diciendo que ha sido muy divertido, que no se ha caído y que la semana que viene repite. O no ha esquiado en todo el fin de semana, o bien me ha copiado la técnica del trineo. Recordadlo.

Dolores aparte, me lo pasé genial. Me reí como nunca y ver a mis amigos caerse merecía mucho la pena. Ataques de risa, mucha gente nueva y un viaje por los sueños polares, como la canción. En un par de semana volvemos, hasta que nos partamos un brazo no paramos. Además, cuando no esquiábamos, también nos reíamos y Ariel, que es el que retrata nuestra vida chinorri, nos grabó haciendo el tonto un rato. Este video editado es un detalle para ellos, los argentinos que han hecho estos meses tan divertidos. Tal vez sea poco serio e ilustrativo, pero está hecho con cariño.


Los exámenes van a empezar ya en la universidad y en un par de días es Navidad. No me molesta en absoluto pasarla aquí. La Navidad me parece triste, agobiante y forzada, así que venirme a un país comunista me pareció genial en su momento. Desgraciadamente, escucho algún villancico que otro en algún centro comercial y tengo que ver muñecos de Papa Noël que me dan ganas de quemar. 

Ser cajera en un país comunista no te libra de hacer el ridículo.



Así que nada, Millán Salcedo, señora ministra de Trabajo, seré de las pocas inmigrantes aventureras que esté contenta de perderse las navidades y de no verle la cara todos los días en el pp-diario de televisión española.
De: lovewilltearusaznar.tumblr.com

A pesar del pseudoataque de ira del párrafo anterior, no me malinterpretéis, porque últimamente soy todo amor. Será el frío, que nos pone tontas.

Muchas gracias por leerme.

Tx.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Hoy, en Desafío Extremo: Harbin.

Me atrevería a asegurar que no había pasado frío en mi vida. En mi puta vida. Ni en Madrid, ni en Bruselas, ni en Berlín, ni en Vancouver. Es como si todas las tiritonas que recuerdo no tuvieran sentido alguno. Es abrigarme cada día para ir a clase y atravesar la nieve, y el hielo, y sentirme ese hombre tan rubio y feo de Desafío Extremo que veía en la televisión en España cada vez que Cuatro se quedaba sin programación.

Yo, volviendo de trabajar.

Aquí estamos todos obsesionados con la temperatura, hasta los propios chinos. Pero es que no es para menos: los -20ºC es ya la temperatura media diaria. La nieve se convierte en hielo y los estudiantes se dedican a picarla y moverla con palas para apartarla a los lados, en plan barricadas: barricadas blancas que superan el medio metro.

Y a pesar de todo esto, os sorprenderá la respuesta que tengo a los que me preguntáis cómo se puede vivir con tanto frío: Pues no se lleva tan mal. Para nada. De hecho cuando salgo a la calle pienso: ¿-23ºC? ¡No es para tanto!. Y tan contenta. A los cinco minutos el frío empieza a hacer de las suyas y me voy dando cuenta de que sí, que hace algo más que frío y que sigo sin saber cómo describir correctamente la sensación de helor.







Qué bonita la nieve, ¿verdad? Muy blanca. Muy todo. Ya. Para mí su belleza radica en que el día que nieva, el termómetro tiene la gentileza de subir unos grados y a lo mejor disfrutamos de unos -13ºC que, aunque os parezca frío, juro que es lo más cálido que recuerdo desde hace un par de meses.

Los dos días siguientes son distintos: el termómetro se venga de la ‘cálida’ temperatura y baja hasta los -28Cº, sin piedad. Todo se convierte en hielo y la calle es una pista de patinaje, aunque yo la llamaría de ‘caída libre’. ¡Arg! Uy, esa china casi se cae. ¡Arg! Uy, que me caigo. Qué gracia. ¡Uh! Otra vez. JAJAJAJA. Qué bonita la nieve, qué frío hace… ¿qué temperatura hará en España? Ay, tengo que llamar a … ¡HOSTIACA!

Perdón por la expresión, pero no existe otra palabra para definir semejante beso al hielo. No os confiéis. No miréis el móvil. Si hay mucho hielo, mirad al suelo y concentraos. ¡Hasta aquí mi Briconsejo! Después de EL golpe, estuve un día en la cama mientras todo me daba vueltas. Poca broma.

Hielo

Qué queréis que os diga, a mí jamás me había DOLIDO el frío. Notas como los músculos de las piernas se te engarrotan y como cristalitos que se te clavan: un hormigueo te avisa de que más bien poca sangre corre por tus extremidades. Entonces entras a un sitio calentito y vuelves a creer en Dios. Notas como la sangre vuelve a fluir. Tus pestañas congeladas se derriten, el rímmel se cae y pareces un payaso (miedo). Pero un payaso feliz y calentito.

Otro apunte: no puedo ir sin guantes. Ni sin gorro, ni sin orejeras. Y por supuesto, ya me he comprado la mascarilla típica china para el frío. Es un inventazo, lo tengo que reconocer. A pesar de mi negación inicial, desde que decidí comprar una y ponérmela, sé que me va a costar no llevarla en España. Es cómoda y te evita respirar el aire helado que te seca las vías respiratorias. Así que la bufanda se queda relegada a su papel principal, que es el de cubrir garganta y pecho. Lo dicho, in-ven-ta-zo que creo que me está salvando de esos resfriados a los que sabéis que estoy abonada.



Sustos de vivir en Siberia (tengo sangre andaluza y soy exagerada, qué queréis que os diga): Llevo el portátil a la universidad para dar una clase y cuando llego, la batería no funciona. Casi dejo de respirar del susto, pero luego conté hasta 10 y recordé que el frío inhibe las baterías de algunos aparatos electrónicos y que luego resucitan. Respiré tranquila.

Me pregunto cómo sobrevivieron aquí los antepasados de estos chinos: (Los primeros asentamientos datan de 2.200 aC). No sé, no entiendo. ¿No eran nómadas? Porque yo hubiera elegido un sitio mejor donde acampar, eh. Supongo que serían todos como el típico amigo con el que te ibas al Viñarock y decidía plantar la tienda en el primer hueco que veía, aunque estuviera a 5 kilómetros del recinto. 

Los chinos antiguos no pensaron en que a las 6 de la mañana, cuando uno vuelve de fiesta, hace -32ºC y que esto lo convierte en una odisea. Llego maldiciendo, corriendo, intentando no caerme (por todos los factores) y llegar a casa es el mayor premio que existe en el mundo en ese momento… después de encontrar un taxi para llegar, claro. Porque se pone a nevar y desaparecen los taxis. Y, amigos, esperar en la calle a -30ºC no es ninguna tontería. Al tercer taxista que dice que no nos lleva porque no le viene bien, pues me acuerdo de sus antepasados milenarios. Uno a uno.

Yendo a la fiesta, uno tiene mejor humor: os dejo un vídeo ilustrativo. No se ve demasiado, pero yo siento escalofríos al verlo: creo que el frío me congela las ideas y a lo mejor atino a decir una frase entera en todo el camino.


Dos argentinos y dos españoles sobreviviendo 
a los -30º mientras cambian de bar.

Aprovechad el tiempo otoñal/pre-invernal y echadle un vistazo a esta página cuando os sintáis desgraciados porque ya casi es invierno y hace frío.

Mil gracias por leerme.

Tx.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Metáforas y versos

Queridos lectores occidentales:

Descubrir, ver y esquivar escupitajos congelados mientras andas por la calle.
Eso es para mí China en Otoño. Una perfecta metáfora de ver cómo el invierno se va acercando sin ningún tipo de miramiento ni advertencia. Ver que cada día el termómetro baja más y más y que nada ni nadie puede hacer nada por evitarlo. Yo no puedo ir más abrigada, me parece. Aunque de momento me niego a ponerme los pantalones térmicos que me hacen piernas de la mismísima Chon Gorda.

Fue por eso que un fin de semana emigramos a Shanghái. (Vale, no fue por esto, pero me venía muy bien para enlazar la historia). Y me enamoré de la ciudad. Un New York en Asia. Una de las ciudades más cosmopolitas que conocí. Puedes comprobar como la ciudad está en un movimiento constante, y ver como está infestada de occidentales y, para variar, de españoles.


Creo que cuando viví en Vancouver adopté la manía de poner cara de extranjera cuando escucho a algún grupo de españoles. En Canadá esto tenía un clarísimo objetivo: mejorar el inglés. Pero cuando viajo no tiene sentido ninguno. Es de ser imbécil, simplemente. Será que a veces, hacerse el antipático es guay. Qué queréis que os diga, lo habré aprendido de alguien. La culpa siempre es de otro.

Después de esta vaga introducción, me veo obligadísima a volver a hablar de mis alumnos. Son las estrellas de esta experiencia, sin duda. No puedo reírme más en las clases, aunque esta semana he estado especialmente cansada por el viaje, ya que estuve trabajando también en Shanghai, así que alguna bronca se han llevado. Cuando me enfado, parece que se van a echar a llorar. Es lo bueno de ser la profe enrollada, que cuando te mosqueas ni se lo esperan.

Una de las clases que imparto es ‘Apreciación de la Literatura’. Hemos llegado a la poesía barroca y, aunque es difícil de comprender, tuve LA maravillosa idea: ellos mismos debían crear sus propios versos. Primero aprendieron a medirlos, a apreciar la estructura, y diferenciar las rimas (tuve un compañero de piso que diferenciaba entre rimas asonantes y rimbombantes, y os juro que estuve a punto de decirles esto. Se lo hubieran estudiado igual, ahora que lo pienso).

Chicos, vosotros tenéis que crear vuestro propio poema. Solo cuatro versos, una estrofa. Si queréis más, está bien, todo lo creativo que queráis. Yo también voy a hacer una. ¿Vale?

Sus caras, de emoción y miedo, lo más. 

Llego a la semana siguiente y escribí algo sencillito, para que se motivaran y no les diera vergüenza compartir sus creaciones…

Desde que llegué a Harbin
Todo ha sido divertido
Hay alumnos geniales aquí
¡Estoy feliz de haber venido!

Escucho un “¡Oooh!” muy asiático al unísono. Todos aplauden. Empiezan a salir alumnos que, bueno, se esfuerzan pero están al nivel lírico de mi creación.

Entonces sale el alumno que siempre lee con voz de robot y escribe:

Oscuro, el sol de mi alma está ya escondido
Silencio, el miedo en el aire me deja sentir frío
Enterrado en la tierra de desesperación
Rodeado por la voz de mi abnegación

Estallé en risas. No sabía dónde meterme. ¿Esto lo has escrito tú? Sigo sin creérmelo. Pero tampoco me apetecía ponerme a soltar típicas frases de profesora, porque no soy la típica profesora, claro.

Estudiante a estudiante, con su hojita preparada, van saliendo, tan contentos.
Algunos versos eran MUY PROFUNDOS:

A la primera vista
Sé que eres mi diosa
Un día me atrevo a decir
Por favor, sé mi novia

(Es lo más sincero que he escuchado últimamente)

El chico es un amigo mío
Quiere ser un gran cocinero
Pero no sabe cocer todo
Solo puede cocer un vaso de cacao.

(Cada uno se inspira en quien quiere)

Otros, directamente, no los entendía:

Un enorme conejo nos huyó
Tras él vive en un bello hoyo
Donde hay su saltador chiquito
Y una col se está cociendo

(¡Una col!)

Ellos ni se podían explicar y acabábamos toda la clase a carcajadas. Cabe señalar que tengo dos grupos de clase para esta asignatura, así que estuve desde las 13.30 hasta las 17.00 riéndome.

Mis versos favoritos son de un chico de 2º curso, que viene a mis clases cuando tiene tiempo. Cada día hay más alumnos que son de otros cursos pero que me preguntan que si pueden asistir a mis clases. Yo me siento muy halagada.

Estoy en mi casa
Pienso qué voy a hacer mañana
Pero soy hombre de mala cabeza
Estaré todavía en mi casa.

(Bravísimo)

Luego, mi alumna aventajada, Thalía, me la dedicó a mí. Me moría de vergüenza, de amor, de risa, de todo.
El día que me llamas Thalía
Me da mucha alegría
Desde la primera vista
Nunca te voy a olvidar
Alegre, guapa y alta
Jamás he conocido tanta amistad
Gracias a la compañía tuya
Ya soy una chica hecha y derecha

A mí nunca me habían escrito ninguna poesía ni nada, he tenido novios muy sosos, no sé. He tenido que venirme a China para que una alumna me diga esto. Además, como dice un amigo que va a ser papá: todo lo que rima es verdad. Y punto.

El frío va llegando, las fiestas y eventos acumulando, ya hemos visto la nieve y ya he tiritado de frío. He visto Harbin totalmente nublada por la contaminación y las calles de cerca de mi casa negras de hollín porque tengo una chimenea que echa humo negro –y no pienso hacer comparación con Lost porque soy el único ser del planeta tierra que no la vió, joder-. Tal vez no esté en el sitio más sano del mundo, pero todo sigue siendo divertido.

La chimenea del carbón

La Torre del Dragón


Campus  

La última foto es de esta misma mañana. El parte meteorológico asegura que no hay ni una nube, pero la contaminación vela porque no gastemos demasiado en gafas de sol.


¿Os animáis vosotros con unos versos?
Gracias por leerme. 

Tx.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Y yo caí, enamorada de la moda chinorril

Queridos lectores occidentales:

Caí. Reconozco que algún día me he comprado ropa muy china. Confesaré que he ido a que me pinten las uñas de colores, con dibujos y cosas muy extrañas. Es verdad que el otro día mantuve el tipo y no vomité cuando ví en el supermercado gusanos que aún se movían dentro de una bandeja. Bailo el Gangnam Style en la discoteca como si me hubieran puesto La Casa Azul. Os comento que le he dado a un chino mi bolso para que lo aguante y que permito que mis alumnos varones recojan mis platos y palillos cada vez que ceno en el comedor con ellos. Y me siento bien. ¿Seré china?

No sé si me gustaría serlo… pero he podido distinguir dos tipos muy distintos de mujeres que se comportan de una manera muy diferente dependiendo del ambiente en el que estén: algunas tienen una mentalidad muy occidental, les gusta la fiesta, beber alcohol y los chicos (mira tú, qué listas). Por otra parte, en la universidad las estudiantes son como niñas: son estudiosas, no han pisado una discoteca en su vida y tienen ganas de tener un novio (pero yo sigo con mi teoría de que solo para que les lleven el bolso y les compren peluches gigantes).

No entiendo esa diversión humillación: mientras son novios, las chinas son mandonas, se ofenden y exigen. Según me han contado, cuando se casan, la historia cambia demasiado. Pero he visto a muchas chicas por la universidad dejando a sus novios plantados, pegándoles empujones o poniendo caras de “estoy enfadadísma, la que te espera”. Es decir, que los chinovios son dóciles, sumisos e intentan agradarles todo el rato. Sino, explicadme a mí esta foto.


La hice mientras casi lloraba de la emoción: los dos novios, con el mismo oso panda en la cabeza, comprando un conejo. No tengo ni adjetivos para definir esa situación.

Y es que, para los que empezáis a leer ahora y no sabéis de lo que estoy hablando, resulta que lo de que las parejas vayan vestidas igual es un must aquí en China. LA ropa. Qué ropa.


 Estos gorros los venden por la calle. ¿Os llevo alguno a España?
Modelos: Nico y Jess.

Cuando iba a mudarme, estuve leyendo sobre la ciudad. Y además del frío polar que ya se está dejando ver (voy con abrigo, guantes, bufanda y por la noche ya estamos en los 0º) pude leer en Internet (y el interné no engaña) que Harbin era el paso de la moda en su camino a Moscú y Milán. La ciudad es muy grande y la moda debe pasar por sitios que yo desconozco, porque no la veo.

Para empezar: hay vestidos monos (muy Kling): de gasa, con cuellos grandes, lacitos y colores pastel. Eso me encanta. También se lleva el look marinero: anclitas, azul marino y rayitas. Qué bien. También se llevan mucho los encajes. Eso también me gusta. Y algún tutú que otro. Eso tiene un pase. Lo que no tiene ningún pase es cuando se lo ponen TODO JUNTO.

Es decir: llevan un vestido blanco de encaje, con perlas y brillantes en el cuello del traje, encima una sudadera con tutú en las mangas (os-lo-juro), unos leggins de leopardo, unas converse falsas CON PLATAFORMA y unas gafas de pasta gigantes sin cristales. Otras llevan unas lentillas más grandes que su iris y que les da una imagen que da un poco de miedo. Las miras y tienes un ‘hay algo raro y no sé qué es pero no puedo parar de mirarlo’.




Por eso cada vez que compro ropa miro a mi amiga argentina y le pregunto ¿es muy chino? ¿Soy china?
-Sí, boluda. -Me dice -Somos chinas desde que nos hacemos las uñas con colores, cenamos a las 5 de la tarde y empezamos a ver lindos a algunos chinos.

Vale, eso nos ha ocurrido. Pero no ha pasado del comentario. Hago un llamamiento a todos mis amigos que me presionan con una experiencia asiática: venid vosotros aquí y me la contáis, que a mi me siguen gustando los chicos guapos. Qué le vamos a hacer. 

Volvamos a la ropa, que siempre estáis pensando en lo único mismo.


Las pobres trabajadoras del súper

Todos podemos caer en ella. Nadie está a salvo


¡Los osos panda! Los osos panda en las gorras, en las camisetas, en las zapatillas, en los bolsos, en las mochilas. Me muero por comprar unas zapatillas con oso panda en la lengüeta. (Para oso panda, yo, cada sábado y domingo hasta que he sido capaz de comprarme un desmaquillante). Estos no son panda pero ¿os valen ositos de otro color?

He aquí a la modelo, mi alumna. Atención al outfit.



Por otra parte, os tengo que confesar también que hay días en los que no puedo ser china: como cuando el conductor del taxi eructa y escupe por la ventanilla constantemente o me deja sola en el taxi y sale a mear a la calle. Como cuando decido innovar con la comida en el comedor de la universidad y tengo que cenar patatas con caramelo. O esta manía occidental que tengo de ducharme y usar desodorante diariamente.

Por último y como regalo, para que os acordéis de mí, me queráis un poquito más y valoréis vuestras salidas nocturnas: cada vez que os quejéis de un váter en algún bareto a las 5 de la mañana, acordaos de que en China siempre podría ser peor. La vida puede ser maravillosa.


Tengo muchísimas más historias que compartiré con vosotros más adelante, pero quiero que asimiléis toda esta información por si os animáis a visitarme.
Gracias por leerme. Mil gracias.

Tx.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Cumpleaños, vacaciones y chip oriental.

Queridos lectores occidentales:

Prometí en Facebook y Twitter que contaría detenidamente el día de mi cumpleaños en Harbin. Es la primera vez que lo celebraba fuera de mi país, siempre se daba la casualidad y en septiembre siempre he estado en España. A veces había una gran fiesta, otras veces me encontraba trabajando… aquí se ha juntado todo.

Me desperté y ya tenía un par de mensajes de mis alumnos (grandes detectives) felicitándome el día. Comí, y cuando fui a la clase, escucho: “¡Charo! ¡Una, dos y tres!” Y empiezan todos alumnos de literatura a cantarme “Cumpleaaaaños feeeeliz…” a voz en grito. No podía parar de reírme y tampoco sabía dónde meterme (esto nos pasa a todos cuando nos cantan, ¿verdad?). Luego me fijé en el FELICIDADES de la pizarra. Qué queréis que os diga, casi me muero de amor.




Luego había quedado con una amiga china para cenar, con mis argentinos y con los españoles, que me dijeron que también se acercarían por allí. Tres alumnos aventajados se apuntaron y me trajeron regalos. Un fotógrafo chino me regaló la bandera de España (a mí, la bandera. Con lo que me gusta…).

Nunca me habían regalado flores antes: un amigo español y su novia aparecieron con un ramo de rosas, otros con una tarta para que soplara las velas en mi cumpleaños… en fin: que fue un día lleno de sorpresas, bonito y emocionante. No me esperaba ni la mitad de lo que ocurrió.
Gracias a todos también por felicitarme desde lejos porque, a pesar de que me acerco a la treintena, sigo disfrutando del día de mi cumpleaños como cuando cumplía 5 años.



Volvamos al día a día. Tengo una semana de vacaciones, pero con días libres o sin ellos, los fines de semana siguen siendo fiesta obligada. Creo que esto merece una mención especial porque la fauna nocturna es completamente distinta a la diurna. He entendido por qué casi no hay chinos en las discotecas. La respuesta es fácil: no bailan. Es algo que no está prsente en su cultura y, además, no está bien visto que las chicas, por ejemplo, vayan a los pubs. (No os echéis las manos a la cabeza que si rebobinamos en España 50 años era parecido).
Lo que sí que está en su cultura –y bien presente- es CANTAR. Cantan todo el rato. Salen de fiesta con sus amigos y se van a un karaoke a entonar canciones horteras, no se avergüenzan de tararear (lo que para ellos es cantar a pleno pulmón) por la calle, en el trabajo... Lo divertido es ver a los chinos que se animan a bailar: no tienen ritmo porque no han bailado ¡en su vida! Casi la totalidad de mis alumnos no han pisado una discoteca en su vida, y hablo de estudiantes con 23 años.



Me parecía oportuno seguir dando ejemplos gráficos sobre la terrible narcolepsia juvenil en restaurantes (arriba) y after rusos (debajo)

El resultado es obvio: los garitos están llenos de rusos y otros guiris –nosotros-. Además encontramos algún chino fan de nuestro (o como nos llaman: wài guó rén –extranjeros-) y trabajadores que se duermen. Esta vez prestaré más atención al after ruso: aún no sé cómo se  llama el bar, le llamo el ‘Russian bar’. Es muy bizarro, allí cada uno es de su padre y de su madre, todos borrachos y más hombres que mujeres, lo que al final suele ser un poco agobiante para el género femenino. Mezclan rap, canciones rusas y éxitos comerciales, entre los que incluyo el temazo de Gangam Style.



Es PSY, un coreano que, según he podido ver, está arrasando en todo el mundo, no solo en el mundo asiático como yo creía… y es de esas canciones freaks que un principio odias, pero luego disfrutas haciendo el ridículo e incluso pidiéndosela al dj en un chino inventado mientras imitas el baile.

 Video del fin de semana pasado en el Russian Bar. Gangnam Style.


No entiendo que en el bar todo sea más barato por el simple hecho de tener los ojos redondos. Nos cuestan los tercios de Budweiser 1,25 € (la mitad que a los chinos), si hay un reservado libre, nos meten allí y nos dan patatuelas, palomitas y vodka con resfrescos GRATIS. Que no me quejo, pero me da la sensación que en cualquier momento nos van a traer a una prostituta ucraniana a bailar encima de la mesa y que voy a tener que meterle yuanes en el tanga.


El reservado

La entrada al antro (en serio)

Tres conclusiones después de días de fiesta. Uno: mi vida sigue siendo igual de surrealista. Dos: los chinos viven cansados. Y tres: los rusos son bipolares. No he conocido a uno normal. Desde una rusa pseudoalcohólica que se ríe a carcajadas, de repente se enfada y dice ‘I’m think I am a transformer’ o que quiere ‘a fuckin’ beer because I hate people’, hasta un ruso que también está de buen rollo, de repente le entran las prisas, no le habla a nadie y desaparece… a otra rusa que me mira y dice: ‘I think that I love you, you have a perfect face’ y luego no me vuelve a hablar. Este comportamiento lo he bautizado como bipolaridad soviética. Estoy segura de que si investigara sobre ellos, lo podríais leer en unos años en Wikipedia… pero prefiero seguir pasándomelo bien.

Oficialmente tengo mi primer resfriado, lo que me conocéis bien sabéis que es un estado natural en mí… pero estoy de vacaciones así que no hay problema. Me acordé hace un rato de que mis alumnos me habían regalado para el día del profesor un “remedio chino tradicional para la garganta”. Esta mañana lo he abierto intrigadísima... y me encuentro pastillas de menta de toda la vida. "Remedio tradicional de la puñetera farmacia" le llamamos en España, caris.

Este resfriado tiene su origen en la fiesta de la luna: fue el domingo pasado. Es una fiesta nacional, por eso hay una semana de fiesta en toda China, la fiesta del Medio Otoño. (Eso de 'trabajar como chinos' empieza a sonarme a cachondeo, entre las siestas y tantos días de vacaciones).
Todo el mundo salió a la calle en Harbin, para ver la luna, fuegos artificiales, canciones y espectáculos con agua y luz en cada gran fuente.



  
Cada uno me ha contado una historia distinta sobre el significado de esta fiesta, pero  hoy en día la celebración consiste básicamente consiste en comer pastelitos y observar la luna con tus seres queridos (qué cursis son). La historia y descripción del pastelito os la dejo de Wikipedia porque cada uno me ha contado su visión y ‘el interné no engaña’.

En fin, que vimos el río y el barquito que lo cruza y decidimos que sería una buena idea dar una vuelta. Total, el viaje costaba 0,60 € y yo estaba de lo más emocionada con mi globo de helio en forma de luna y me sentía más china que nunca. Me faltaba echarme una siesta en dos bancos y tener un novio asiático al que dejarle mi bolso y humillarlo públicamente.

Pero claro, el sol ya se había ido y la humedad y el frío que hacía hicieron de las suyas y ahora el dolor de garganta y el malestar son protagonistas en mi vida. Aún así, no creo que sea un impedimento para que esta experiencia siga siendo tan genial como hasta ahora.

Aquí hay que CAMBIAR EL CHIP. Sino, no comería, ni dormiría, ni viviría. Porque aquí la palabra desinfección creo que ni existe. Los estudiantes extranjeros nos vemos obligados a dejar de pensar en cosas como: ¿estarán los palillos del comedor limpios? ¿Cómo fregarán los platos? 

Gran ejemplo el de la primera vez que veo limpiar a la china el cuarto de mi residencia: con un ojo aún pegado, la veo el lunes por la mañana entrar como perico por su casa a mi habitación, coge la fregona y ¿adivináis donde la empapa y escurre? Sí, EN EL LAVABO. Yo intento no montar en cólera y explicárselo por señas, pero es que luego se lo he visto hacer a a más limpiadoras en baños públicos. ¿NO TENÉIS CUBOS O QUÉ?

Ya os hablé del otro gran ejemplo, los baños públicos. El asco. En cualquier bar, restaurante. Huele mal, siempre hay suciedad. Agujeros en el suelo me obligan hacer de tripas corazón y sobrevivir.

Encontrarte un gato paseando por el supermercado tan ricamente, a sus anchas, por encima de la comida. ¿De quién es el gato? -¡De aquí, del supermercado!- Nos contestan divertidos los trabajadores. Menuda ilusión.




Que hay que cambiar el chip. Y en realidad me encanta. ¿Que te montas en un taxi y parece que vas a perder tu vida en cada segundo? Pues sí, me ocurre constantemente, pero es que sino no estaría en China y nada sería tan sorprendente y divertido. 

Intentaré escribir más a menudo porque luego se me acumulan las historias y esto de mezclar tantos temas no me gusta especialmente porque siempre me dejo datos y fotos reseñables en el tintero. El post de moda de Harbin está tomando forma, yo solo os voy avisando…


China Mandarina


Como siempre, gracias por leerme.

Tx.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Un mes.





Suena el despertador. Repetir. 10 minutos más. Sueño algo bizarro. Vuelve a sonar. 10 minutos más. Sueño algo genial. Suena otra vez. Vale, ya me levanto. Con pinta de haberme lavado la cara con avispas, voy a la ducha. Y el agua sale marrón. Espera, no. No sale. Solo sale el agua fría. ¿Y la caliente? ¡Está lloviendo, tengo frío, necesito ducha caliente!

Así es como descubrí que iba a estar 6 días sin una ducha caliente en mi casa. Yo soy de esas personas que necesitan ducharse al saltar de la cama para poder terminar de despertarse. “El tubo se ha roto”. Esa fue la explicación que me dieron. El tubo.

Yo ya había sido precavida y me había apuntado al gimnasio para no engordar con este horario y alimentación que llevo, así que no me ha quedado otra que ir (por primera vez) para poder ducharme luego. Como cuando te tocaba Educación Física a primera hora en el instituto.

El gimnasio no es ninguna maravilla, pero está dentro del campus y a menos de 10 minutos de mi casa. Es barato y, como todo, me sorprende. Hay un montón de chinos que se creen cachas pero NO. Cogen las pesas, que son de grandes como ellos y hacen un ruido de hacer haciendo deporte, aunque sus músculos digan lo contrario.

El primer día llego y todos emocionados. Solo escuchaba ¡Hello! ¡Hello!. Yo puse cara de no entender ni el inglés y me puse el iPod a todo lo que daba. Lo siento, no quiero amigos pseudo-cachas.

Me voy a la ducha. ¡Qué ducha! He visto alguna así en algún reportaje de Callejeros en una barriada andaluza. También huele a orín. Todo lo que tenga un váter cerca huele así. Me armo de valor, pienso en la temperatura del agua y me siento capaz de cualquier cosa. Entro en las duchas con unas chanclas gigantes y me encuentro a una china muy peluda. Una china muy peluda que no me saluda. Sigo sorprendida con esto: no hay cortesía con la gente que no se conoce. En España saludas en el portal de tu casa, en el ascensor… o si alguien se mete en la ducha contigo, digo yo. Ellos no. Te miran con cara de: ‘Uy, una rusa’ y tú te quedas con el Ni hao en la boca.

Qué bien, soy mucho mejor persona después de ducharme. Miro a mi alrededor. Un momento: ¿no hay enchufe? Lo busco como si mi vida dependiera de ello. Necesito secarme el pelo, afuera hace 14º y esto se llama resfriado seguro. Le pregunto a una de las encargadas por algún tipo de enchufe y, con la mejor de sus sonrisas, me dice que no con la cabeza. Muy simpática, pero yo noté en sus ojos esas ganas contenidas de contestar: “Sí, claro, cari. Y el jacuzzi con el chulazo para darte el masaje con happy ending está al fondo a la derecha, no te digo”.

He decidido que mejor me ducho en mi casa cuando haga -25º. No me gusta a mi lo del pelo escarchado, llamadme antigua si queréis.

Los días pasan rápidos entre gimnasio(*) y clases. Por fin pude ponerles nombres españoles a los de primer curso: no tienen ni idea de castellano y les tengo que hablar en inglés todo el tiempo. Muy divertido: escribí nombres de todas mis amigas en la pizarra y ellos iban eligiendo. Treinta chicas: Zoe, Inés, Irene, Carmen, Mar, Alicia, Noelia, Gloria, Bea, Ángela, Lucía, Soraya, Paula, María, Blanca, Olivia… y, por supuesto, una se ha quedado con ‘Cari’. ¡Y tan contenta!


Solo hay dos chicos en el aula femenina y yo pretendía llamarlos Iván (Ferreiro) y Guille (Milkyway). Pero nada, se decantaron por Daniel y David.


No quiero hablar demasiado de mis alumnos, pero la verdad es que me dan la vida: no pueden ser más graciosos. Hay días que no me entienden y creo que esos son los mejores de todos. Esta semana resumí la historia de España en UNA clase. Fue un resumen muy por encima, que los de más nivel entendieron pero los que tienen menos no pescaron nada. Yo con mis PPT, mis fotos y ellos diciéndome que no sabían qué era un romano ni un judío. Les hago una práctica en la que, en grupo, contestan a unas cuantas preguntas. Lloro de risa con las respuestas.


-¿Qué son las pinturas rupestres?
-22.000 años. Los cazadores matan toros españoles.

-¿Qué sucedió el 2 de Mayo de 1808?
Ocurrió los ‘Borbones’ en un puerto de Madrid.


Esto, lo simpáticos que son, los mensajes que me mandan y las cosas que me dicen es lo que hace que los días pasen demasiado rápidos. Además, claro está, de mis nuevos amigos argentinos, con los que comparto risas y fiestas. Unos copados.



Falta otro más en la foto: http://decimequesi.tumblr.com/


 Ellos también tienen que ver por el campus cosas que me hacen aguantarme la risa como que los chinos se echen la siesta en CUALQUIER SITIO:






O los modelitos imposibles (prometo una entrada sobre moda Harbinesa pronto):

Es una alumna. Ella y sus 22 años vinieron muy serios a clase

O que tengamos un pedazo de torre que echa humo negro a lo isla de Lost durante la mitad del día. La polución está aquí mismo y la gente dando vueltas alrededor de una especie de pista de atletismo en la que casi nadie corre. Solo la usa la gente mayor por la noche para hacer una procesión en la que bailan cosas raras con música rara (y no es reguetón). Es como una ruta del colesterol, pero más ordenada y con música. Video pronto, lo prometo.




En fin, enseguida llega el fin de semana, y todo el trabajo se agrupa en dos días en los que nos volvemos a juntar en la discoteca con música tan fuerte que la caja torácica te retumba, con un grupo de españoles que son geniales y esos cubatas a 2 euros de los que os hablé y que me hacen sentir regular tirando a mal. En fin, que no nos podemos quejar, yo ayer celebré mi cumpleaños como está mandao.




Lo único que pediría es que los japoneses y chinos se arreglen con la disputa de las islas y que el ministro de Defensa de los EEUU deje de decir que esto puede desembocar en una guerra, que yo me asusto. Que quiero quedarme un año entero aquí. Que acabo de llegar, hombre.


Gracias por leerme, como siempre.
Y mil gracias por las mil visitas al blog en solo tres semanas.

Tx.



(*) Sé que no os habéis creído lo de mi asistencia DIARIA al gimnasio. Y bien que hacéis.