Una humilde periodista que dejó de lado su vocación por necesidad, optó por la docencia
y, de repente, emigró a China. Pero muy China. Chinísima.
Es mi tercera aventura, un nuevo blog.

domingo, 19 de octubre de 2014

Yo, los taxis, el odio.

Más de un año sin escribir por aquí. Año y medio quizás: y mira que mis fans incondicionales (mis padres y un par de amigos que me quieren y les gusta cualquier mierda que haga) me presionaban y me recordaban cada mes un: YA-NO-ESCRIBES-EN-EL-BLOG. Además, gente nueva que viene a China desde España, leían mi blog y me escribían y se ponían en contacto conmigo. Pero ¿qué ocurre? Pues que cuando llevas dos años en la misma ciudad china las cosas dejan de parecerte curiosas y empiezan a molestarte a un nivel insoportable.

Y es entonces cuando me encuentro gritándole a chinos en mi mandarín patatero, haciendo aspavientos, y convertida en una rusa insoportable. Sé que está mal, pero me refugio en la idea de que también les pasa al resto de extranjeros que viven en esta jungla asiática.

¿Que por qué me enfado? Bueno, yo tengo un pronto así regulero, admitámoslo (aunque mis amigas lo niegan. Mis novios no). Que sí, me enfado en España también, pero no de esta manera. De estas ganas de pegarles pellizcos y guantazos a rodabrazo. Y estoy superando que escupan con ese ruido característico: ya no miro. Sin embargo, me cabrea cuando son menos de las 9 de la mañana, cuando estoy comiendo o cuando es a menos de un metro de mi oreja. Cuando es el taxista el que hace ese ruido, abre la puerta (tiene la delicadeza de hacerlo en los semáforos) y escupe una media de escupitajo cada 5 minutos, pongo cara de asco, pero ya. Cuando lo hacen por la ventanilla con el coche en marcha, me jode más porque siempre me imagino que con el viento me va a salpicar algo y entro en pánico absoluto.

Me indigna que no me entiendan a pesar de saber que es mi culpa y que debería hablar mejor chino. Pero no, es que a veces das con gente que nunca ha hablado con extranjeros y, no sé, no comprenden tu acento o algo así. Y a veces la cago, pero otras digo frases TAN PARECIDAS a las que luego repiten, que se me ponen los ojos en blanco y respiro hondo. 1, 2, 3, 4… y así hasta 10.

Que sí, que asumo parte de mi culpa. Que llevo aquí dos años y aún no sé pronunciar debidamente ‘sigue recto’ para decirle al taxista que continúe. Suena a: ‘I yi tsou’ y yo me empeño en decir ‘I chi so’, que quiere decir ‘vamos juntos’. Que claro, el taxista me mira y pensará: ‘claro que vamos juntos, extranjera estúpida, si vamos en el mismo coche’.

Yo sé decir unos cuantos verbos: querer, saber, gustar, ir, trabajar, mirar, comer, beber, jugar… los pronombres personales, los días de la semana y unas cuantas palabras y adjetivos. Y es triste, es triste vivir 2 años en China y hablar como si tuviera un año de edad. Pero tengo tan poca vergüenza que ni voy a clases. Desde aquí me comprometo en buscar un par de horas a la semana para ir.

Todos sabéis ya mi particular cruzada con los taxistas, y que son un filón en mi Instagram: (instagram.com/txarokore) taxistas que se creen Raikkonen, que te preguntan si estás casada, o que GRITAN hablan por el móvil a grito pelao cosas como:

-‘Eh, ¡llevo a una extranjera en el coche!’
-‘Ah, pídele el teléfono!’

Taxistas que se afeitan, (haz clic aquí si no viste el vídeo) taxistas que fuman y te ofrecen, taxistas que paran a mear Y TE DEJAN DENTRO DEL COCHE MIENTRAS ELLOS HACEN SUS COSAS EN UNA ESQUINA EN MITAD DE LA CALLE, o los que se van a comprar un helado, todos los taxistas que llevan guantes de nazareno (esto no lo entiendo aún) [FOTO] o todos recogiendo más gente durante el trayecto. Ahí acabas comprimida dentro del taxi con mucho olor a ajo y mucha gente mirándote. Otras veces no encuentras taxis cuando nieva a -20ºC, y lo peor es cuando otra china te quita el taxi y tú vas y con tu chino vergonzoso le digas: TÚ, MALA. ¿NO VES QUE YO ESPERO?.

Y se asustan. Porque han visto pocos extranjeros, pero menos aún tan enfadados por situaciones o acciones que ellos no entienden como ofensa.



Estoy harta de que algunos me intenten timar, en serio. Me hace odiar de una manera muy profunda y yo no soy así (‘cómo voy a ser mala si tengo tatuado un corazón?’). Esta es la historia más representativa que tengo (es de esas historias que pierde mucho escritas, pero lo de hacer un videoblog como que me da vergüencilla):
Ocurrió a principios del verano pasado: estuve 3 meses trabajando en dos sitios a la vez, de profe de español en la universidad y de inglés en una academia. Y no tenía ni un día libre: tan solo el domingo… pero tenía que dar una clase particular de español de 2 horas. Siempre al mediodía. Que me jodía la existencia. Pero bueno.

Después de 14 días seguidos de trabajo, cojo el taxi (en el que ya había dos personas más), me siento en el asiento delantero, me pongo a mirar el whatsapp, a tener alguna conversación tonta, y cuando levanto la vista… estaba en el centro de la ciudad, al lado del río. Los domingos que hace buen tiempo se van todos los chinos ahí, al río, a volar cometas y yo que sé. La cosa es que yo no tenía que pasar por ahí EN ABSOLUTO, había dado una vuelta gigantesca. Miro al taxista

-¿Por qué estamos aquí?
-Hay mucho tráfico por el otro lado, chi-chu-chi-cho-chu (cosas que no entiendo)
-¡ES DOMINGO!

Claro, mi vocabulario no daba para más. El trayecto es de 20 minutos pero yo llevaba 45 minutos en el coche y me quedaba otra hora más porque la calle estaba totalmente atascada. No poder expresarte cuando quieres… yo que sé, acordarte de toda su familia milenaria es MUY FRUSTRANTE. Sobre todo cuando tienes cansancio acumulado, llegas tarde a tu trabajo y te vas a pasar 3 horas de un domingo en un taxi.

Quería gritar, pegarle, salir corriendo y no volver a China nunca más. ¿Por qué me engañaba? Así que de repente, se me cruzaron los cables, puse ojos de psicokiller, lo miré desde muy cerca y le grité en chino en un modo muy ofensivo:

-¡ERES… MUY….MALO! (Ni shi bu hao). 

Esto es gracioso porque el hombre se asustó muchísimo, puso los ojos redondos y se echó para atrás. Es gracioso porque gramaticalmente es un desastre. Y es gracioso porque de repente, me puse a llorar. No podía parar. Quería matarlo, pero no podía, así que lloré. Lloré hasta que me harté. El hombre me daba clínex, yo los cogía y le decía: ‘¡Gracias!’ pero gritándole, de que lo seguía odiando igual o más. Me sonaba los mocos y tenía hasta hipos. No paró a recoger más gente.

Cuando llegué a mi destino, el taxímetro marcaba 80 yuanes. Normalmente son 20. Le di 10 y me fui. El taxista estaba tan asustado (ya me encargué de gritarle por el camino: ‘¿Quieres dinero? ¡Pues no te lo voy a dar! ¡Soy extranjera, pero no soy tonta! ¡Los chinos sois tontos!’) que ni se atrevió a mirarme a la cara.

Y son esos momentos cuando te quieres volver a casa. Cuando ves fotos de tus caris de fiesta. Cuando te escribe una persona a la que echas mucho de menos. Cuando ves a tu madre triste por el skype. Cuando la contaminación te hace llevar mascarilla o quedarte encerrado en casa.


Pero bueno, volveré a intentar estudiar chino este año. Ya me he comprado libros, me voy a apuntar al HSK (examen de nivel de chino) y así me tengo que obligar. ¿Lo lograré? O no, pero algunas palabras más siempre aprenderé para poder gritársela a algún taxista.

Gracias por leerme. Siento la ausencia y también el odio de este post.
Tx.





martes, 11 de junio de 2013

Verano y esteroides.


Y un día Harbin, de repente, se saltó la primavera y entró en el pre-verano. Sol, el termómetro acariciaba los 30º POSITIVOS y me daban y ganas de saltar, gritar, reír y desnudarme en medio del a calle PERO NO. Esto pasó hace un mes: me veo paseando al mediodía cerca del río con unas medias tupidas más negras que la noche (por ser fina) y un sol de justicia… así que me da un ataque de consumismo y una alegría irrefrenable por saber que no voy a volver a ponerme el abrigo y me dirijo a la calle central, a un buen H&M porque no estoy dispuesta a vestirme como una china ahora que el plumas no me tapa.




Yo no soy muy de ir de compras: me aburro, y a la hora tengo pose de marido aburrido al borde del divorcio, sujetando bolso y que fuma en la puerta. Por eso a veces prefiero ir de compras sola: llego, arraso y me voy. En media hora tenía 394235 prendas para probarme: y es que todo me gustaba. Me conozco las tallas, hay cosas que ni me pruebo. Pero cojo unos shorts de la talla 40 (que aquí tengo complejo de gigante) y antes de meterme en ellos ya me doy cuenta de que NO (obviamente). Voy a por la 38, que sí que era mi talla: y me están enormes. No me lo puedo creer. ¿Este H&M está achinado? La moda sí, un poco: estoy segura de que hay modelos aquí que en Europa no existen.


Entonces me miro al espejo, recuerdo que los shorts que traía con las medias se me iban cayendo y veo que mi sujetador no está tan lleno como antes. Espera. ¿HE ADELGAZADO? ¿EN CHINA? ¡Seré la única expatriada a la que le ocurre esto! Así que sin mucho drama (excepto por lo del pecho, que me duele en el alma) me meto en una 36 bastante holgada (entraba también en la 34, ¿ni hao?) y sintiéndome Kate Moss me voy de allí cargadita de bolsas.



Efectivamente, había perdido 3 kilos en menos de 1 mes y algo. Sin dieta, sin deporte, sin nada. Qué raro todo, porque según he escuchado toda mi vida (que no practicado), perder kilos es algo bastante difícil. Me tuve que pesar en casa de una amiga, porque yo no he tenido peso en mi vida: nunca me peso, ni me mido: esas cosas quitan mucho tiempo para ser felices.

Resulta que de repente en China volvió a estallar la alarma de la gripe aviar. Yo, estaba de viaje en Beijing con mi amiga china que me dijo que no comiera pollo, ni carne, ni nada. Vamos, que me asustó bien. Yo, después de leer el número de muertos, de enterarme de que habían aparecido nosecuantosmil cerdos muertos dentro de nosequé río, y más historias relacionadas con carne de rata que se te quitan las ganas de vivir por aquí... así que decidí no comer carne por una temporada.

Yo soy muy carnívora, y tampoco es que tuviera mucho miedo, pero también pensé que con toda la carne que había comido en mi vida (no valen bromas aquí, ¿vale?) no me pasaba nada si la quitaba un tiempo de mi dieta. Pensé que seguro hasta era beneficioso y así comería más verdura, fruta y pescado.  Ahora veo los resultados, aunque no los entendía. ¿Tango engorda la carne?

Veía a amigos míos españoles que han llegado a engordar 10 kilos en unos meses y yo no entendía demasiado. ¿Qué me ocurre a mí? Entonces otro español me dijo: la carne china se le ha acusado en varias ocasiones de estar hasta arriba de esteroides. Me puse a investigar: era verdad. ¡A lo Hulk Hogan!



En fin, que ya sabíamos que de China vino la peste negra, la rabia, la gripe aviar, etcétera… pero que tampoco nos vamos a poner en ese plan. En mi ciudad también han creado una mezcla de gripe mortal mezclando esta gripe con la gripe A del 2009. Yo no entiendo a los chinos, y cada vez lo hago menos, pero cada día me siento un poco más adaptada.

Sé que esta vez esto es un poco serio, pero a ver si no podéis aprender algo con el blog, solo queréis reíros de con mis alumnos ¿o qué? Tranquilos, he grabado un vídeo, estoy editándolo… con suerte en un tiempo estará disponible. Son amor, como siempre. Me traen souvenirs si viajan a algún lado, me mandan mensajes graciosísimos y no pueden ser más cariñosos, para variar.

Las cosas en Harbin como podéis comprobar, siguen bien. De repente es primavera y se hace de día A LAS 3 Y MEDIA DE LA MAÑANA. Yo, que soy nocturna de nacimiento, y que en cuanto entra la noche tengo los ojos como platos y la creatividad en su momento álgido, me acuesto siempre de madrugada. Pero que entre luz por la ventana cuando te vas a acostar sin que sea fin de semana ni lleves alguna cerveza en el cuerpo, te quita las ganas de todo. Me siento en el círculo polar ártico. Como los amantes.

En fin, que si os preocupa la operación bikini, dejéis de comer carne. Que yo no sé qué más deciros. Que me voy a echar una cerveza, que la calle está llena de chiringuitos con sol y birra fría. ¡Que ya no me da envidia vuestro sol!



Pero, como siempre, gracias por leerme.

Tx.

lunes, 1 de abril de 2013

Volver.


Muchos me habéis preguntado: ¿Qué pasó con tu blog? ¿Lo has dejado? No exactamente. Lo que ocurre es que volví a España de vacaciones. Pero vacaciones de verdad: 45 días, concretamente. Vacaciones de profesora. La vocación de todo docente, digan ellos lo que digan.

La despedida con alguna gente fue dura, pero por otra parte estaba muy emocionada por volver a España. Tuve un vuelo genial: un lexatín, un vaso de vino y un sueñecito tan tranquilo. Ríete tú de las 12 horas volando. Cuando el avión aterrizó, después de 20 horazas viajando en total y se abrió la puerta para entrar a Barajas no os exagero si os digo que se me saltaron las lágrimas. En serio.

¡Qué olor! Olor a limpio, a aeropuerto. La gente olía a ducha, a colonia, a perfume…  El suelo de todo el aeropuerto estaba más limpio que las mesas de los restaurantes en los que como habitualmente (al menos brilla más, ¿vale?)

Cojo un taxi. Un coche que me parece del futuro. Cual Michael J. Fox jovenzuelo, me asomo por el asiento del conductor y admiro el coche extremadamente nuevo, miro con cara incrédula a un peseto extremadamente simpático que me habla divertido mientras aspiro ese olor… ¿cómo se llama? ¿ambientador?



Eso sí, desde el aeropuerto hasta el centro de Madrid me soplaron 40 eurazos. Que tengo un sueldo chino, ¡oiga! Tampoco fue un gran drama, porque desde que no vivo en Madrid, la echo tanto de menos que cada vez que la piso soy un poco más feliz.

¿En serio que yo viví en esta ciudad 3 años? Qué guapo es todo el mundo, ¿no? ¿Soy yo o todos los tíos están buenos desde que pisé esta mañana la calle? Y yo los miraba como los chinos me miran a mí. Aunque quizás con alguna intención más oscura que otra. Amiga, si te aburren los hombres de tu ciudad/pueblo/país, pasa una temporada rodeada por chinos y luego me cuentas.


  
Tener vacaciones en Enero es un poco aburrido entre semana: todo el mundo está trabajando, los amigos del pueblo del trabajo a casa y de la casa al trabajo, y yo en el brasero. Recuperándome de todos los fines de semana en los que he vuelto a escuchar buena música en los garitos, bailando cosas que no suenan a Rihanna y Shakira. Eso es lujo.

En fin, que fue una gran alegría volver a la ‘normalidad’. Aunque la normalidad esté llena de corrupción, de recortes, de pobreza, de suicidios, de desahucios, de injusticias y de alguna gente a la que nada le interesa.

Regresar a Harbin fue bastante más traumático que la vuelta. Un vuelo de 12 horas lleno de monstruitos bebés y niños chinos que gritaron y lloraron durante todo el viaje. Yo sufrí un efecto ‘Ver Hermano Mayor’ y se me cerró la matriz y con ello, la esperanza de mis padres de tener algún nieto por mi parte en un futuro próximo. El horror. Si el niño llora, toca los cojones molesta, a los demás o grita mientras todo el mundo duerme, los padres no se apuran en absoluto. Después de 6 meses viviendo aquí y de algún viaje que otro, me aventuro a asegurar que los niños chinos están bastante malcriados (y también que tienen la cabeza muy grande y la cara muy graciosa, vale).

Mi vuelta coincidió con el deshielo. Y es que ya no se ven -30º y al termómetro le cuesta cada vez más tocar los -20º. Así que andamos entre los -15º y hace un par de semanas,  experimenté una temperatura positiva: ¡3 gradazos positivos! Ganas de correr en manga corta, ponerse gafas de sol y hacer planes. Esto es muy motivador, y cuando creía que me iba a librar de toda la ropa térmica, vamos ya por la tercera nevada a pesar de que la primavera haya llegado. EJEM...




El suelo con el deshielo, además de ser un asco, es casi peor que antes, al menos en mi universidad.

Hay trozos de asfalto que se empiezan a ver: alguna nieve y placas de hielo se derriten por el día, convirtiendo el suelo en charcos y algo parecido al... ¿granizado? Sí, exactamente: es como andar sobre charcos y granizado de mierda. Recordando el afán limpiador de los chinos (guiño-guiño, codazo-codazo), los charcos se quedan ahí, por la noche baja de nuevo la temperatura y se vuelven a congelar. Seguridad ANTE TODO. 

El granizado en cuestión

Suelo limpito

Escaleras a prueba de caídas

Es decir, Harbin cada vez se parece más a humor amarillo: veo caer chinos unos tras otro, piso suelo que no es suelo, piso hielo que son charcos y la nieve es muy gris. Aunque el cielo es mucho más azul que antes.
  


Igual que vuelvo a ver trozos de asfalto tras meses, vuelvo a ver a mis alumnos. Me preguntan donde he estado, no pueden creer mi corte de pelo. Una nueva entra, grita algo en chino, se tapa la cara y corre a su sitio. 


- ¿Qué ha dicho?

- Ha dicho '¡qué bella!'
- ¡Qué pelota! 
- ¿Pelota? ¿Qué es pelota? 

- Lo que sois.



Vuelven las preguntas de alumnos nuevos como que por qué soy zurda. Que por qué me llamo Charo. Que si el anillo que llevo me lo regaló mi novio. Lo de siempre. Me traen regalos de sus casas y algunos hasta me dan abrazos y me mandan mensajes cuando me resfrío (cosa que ocurre más a menudo que cuando hacía un frío insoportable) con consejos como “beber mucha agua caliente”. GRACIAS.


Los rusos más tontos no se han ido de la ciudad, y los españoles de Harbin (que se multiplican) siguen siendo tan fiesteros como siempre, así que de momento, todo esto se parece mucho a lo que dejé. Sin embargo, llamo a la primavera desesperadamente: un poco de sol y calor se agradecerá en esta gélida ciudad. Mientras tanto, aunque los disfrute uno a uno, contaré los días para volver a veros a todos.

Tx.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Viaje a las caídas polares

SMS de la coordinadora de profesores extranjeros: Este fin de semana hay un viaje para los estudiantes y profesores extranjeros para esquiar en Yabuli. ¿Quieres apuntarte? Es gratis.

Así fue como rompí mi promesa que hice 15 años atrás. Una promesa firme, dolorosa y más que justificada: No vuelvo a esquiar en mi vida. Tenía 13 años, tal vez no sabía lo que quería en la vida, pero tenía clarísimo que esquiar no estaba dentro de mis planes y sueños.

Un par de personas me dijeron: Si la otra vez usaste esquís, esta vez deberías probar el snow, es más divertido y menos peligroso. Y yo, que en 15 años he debido olvidar que no se siguen consejos de gente que le gusta la nieve (ni fiarse de la gente a la que no le gusta el chocolate), me armé de valor y de un modelito apropiado.

Yo me autoconvencía: No no, yo no voy a esquiar. Un par de fotos, y a tomar té viendo la nieve. Y mi amiga conmigo: Claro, claro. Sí, sí. Pero claro, mi competitividad y mi razón no son amigas y la primera suele pegarle una paliza a la segunda y es la perdedora la que asume las consecuencias.

Esa frase ha sido difícil, así que voy a resumir: CAÍDAS. AGUJETAS. TENDINITIS. DOLORES EN MÚSCULOS QUE NO SABÍA QUE EXISTÍAN. DUDAS ENTRE IR AL MÉDICO O NO.

Antes, amigos bloggeros, ya andaba como las muñecas de famosa por el hielo, pero ahora, gracias a estos dolores musculares en extremidades, parezco Chiquito de la Calzada en slow motion. Solo las rusas (a las que no tengo un cariño especial) consiguen parecer sexys y seguras de sí mismas andando por la nieve con tacones de aguja a las 8 de la mañana.


No voy a empezar con las batallitas de cuántas veces ni cómo me caí, lo que sí tengo claro es que la mejor idea que tuve en mucho tiempo fue sentarme en la tabla y bajar en “trineo”. Mucho mejor y más divertido, dónde va a parar.

No os creáis que esquiar aquí es lo mismo que irte un fin de semana a Sierra Nevada. -25ºC hacían que el pelo que se salía del gorro se congelara totalmente. Frío del de verdad. Yo iba envasada al vacío y no paré de moverme así que no pasé frío ninguno, aunque mi pelo congelado me avisaba de lo contrario.
Foto de Ariel. http://decimequesi.tumblr.com

¿Qué podemos extraer de esta experiencia? Que nunca os creáis a alguien que va a esquiar por primera vez como adulto y vuelve diciendo que ha sido muy divertido, que no se ha caído y que la semana que viene repite. O no ha esquiado en todo el fin de semana, o bien me ha copiado la técnica del trineo. Recordadlo.

Dolores aparte, me lo pasé genial. Me reí como nunca y ver a mis amigos caerse merecía mucho la pena. Ataques de risa, mucha gente nueva y un viaje por los sueños polares, como la canción. En un par de semana volvemos, hasta que nos partamos un brazo no paramos. Además, cuando no esquiábamos, también nos reíamos y Ariel, que es el que retrata nuestra vida chinorri, nos grabó haciendo el tonto un rato. Este video editado es un detalle para ellos, los argentinos que han hecho estos meses tan divertidos. Tal vez sea poco serio e ilustrativo, pero está hecho con cariño.


Los exámenes van a empezar ya en la universidad y en un par de días es Navidad. No me molesta en absoluto pasarla aquí. La Navidad me parece triste, agobiante y forzada, así que venirme a un país comunista me pareció genial en su momento. Desgraciadamente, escucho algún villancico que otro en algún centro comercial y tengo que ver muñecos de Papa Noël que me dan ganas de quemar. 

Ser cajera en un país comunista no te libra de hacer el ridículo.



Así que nada, Millán Salcedo, señora ministra de Trabajo, seré de las pocas inmigrantes aventureras que esté contenta de perderse las navidades y de no verle la cara todos los días en el pp-diario de televisión española.
De: lovewilltearusaznar.tumblr.com

A pesar del pseudoataque de ira del párrafo anterior, no me malinterpretéis, porque últimamente soy todo amor. Será el frío, que nos pone tontas.

Muchas gracias por leerme.

Tx.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Hoy, en Desafío Extremo: Harbin.

Me atrevería a asegurar que no había pasado frío en mi vida. En mi puta vida. Ni en Madrid, ni en Bruselas, ni en Berlín, ni en Vancouver. Es como si todas las tiritonas que recuerdo no tuvieran sentido alguno. Es abrigarme cada día para ir a clase y atravesar la nieve, y el hielo, y sentirme ese hombre tan rubio y feo de Desafío Extremo que veía en la televisión en España cada vez que Cuatro se quedaba sin programación.

Yo, volviendo de trabajar.

Aquí estamos todos obsesionados con la temperatura, hasta los propios chinos. Pero es que no es para menos: los -20ºC es ya la temperatura media diaria. La nieve se convierte en hielo y los estudiantes se dedican a picarla y moverla con palas para apartarla a los lados, en plan barricadas: barricadas blancas que superan el medio metro.

Y a pesar de todo esto, os sorprenderá la respuesta que tengo a los que me preguntáis cómo se puede vivir con tanto frío: Pues no se lleva tan mal. Para nada. De hecho cuando salgo a la calle pienso: ¿-23ºC? ¡No es para tanto!. Y tan contenta. A los cinco minutos el frío empieza a hacer de las suyas y me voy dando cuenta de que sí, que hace algo más que frío y que sigo sin saber cómo describir correctamente la sensación de helor.







Qué bonita la nieve, ¿verdad? Muy blanca. Muy todo. Ya. Para mí su belleza radica en que el día que nieva, el termómetro tiene la gentileza de subir unos grados y a lo mejor disfrutamos de unos -13ºC que, aunque os parezca frío, juro que es lo más cálido que recuerdo desde hace un par de meses.

Los dos días siguientes son distintos: el termómetro se venga de la ‘cálida’ temperatura y baja hasta los -28Cº, sin piedad. Todo se convierte en hielo y la calle es una pista de patinaje, aunque yo la llamaría de ‘caída libre’. ¡Arg! Uy, esa china casi se cae. ¡Arg! Uy, que me caigo. Qué gracia. ¡Uh! Otra vez. JAJAJAJA. Qué bonita la nieve, qué frío hace… ¿qué temperatura hará en España? Ay, tengo que llamar a … ¡HOSTIACA!

Perdón por la expresión, pero no existe otra palabra para definir semejante beso al hielo. No os confiéis. No miréis el móvil. Si hay mucho hielo, mirad al suelo y concentraos. ¡Hasta aquí mi Briconsejo! Después de EL golpe, estuve un día en la cama mientras todo me daba vueltas. Poca broma.

Hielo

Qué queréis que os diga, a mí jamás me había DOLIDO el frío. Notas como los músculos de las piernas se te engarrotan y como cristalitos que se te clavan: un hormigueo te avisa de que más bien poca sangre corre por tus extremidades. Entonces entras a un sitio calentito y vuelves a creer en Dios. Notas como la sangre vuelve a fluir. Tus pestañas congeladas se derriten, el rímmel se cae y pareces un payaso (miedo). Pero un payaso feliz y calentito.

Otro apunte: no puedo ir sin guantes. Ni sin gorro, ni sin orejeras. Y por supuesto, ya me he comprado la mascarilla típica china para el frío. Es un inventazo, lo tengo que reconocer. A pesar de mi negación inicial, desde que decidí comprar una y ponérmela, sé que me va a costar no llevarla en España. Es cómoda y te evita respirar el aire helado que te seca las vías respiratorias. Así que la bufanda se queda relegada a su papel principal, que es el de cubrir garganta y pecho. Lo dicho, in-ven-ta-zo que creo que me está salvando de esos resfriados a los que sabéis que estoy abonada.



Sustos de vivir en Siberia (tengo sangre andaluza y soy exagerada, qué queréis que os diga): Llevo el portátil a la universidad para dar una clase y cuando llego, la batería no funciona. Casi dejo de respirar del susto, pero luego conté hasta 10 y recordé que el frío inhibe las baterías de algunos aparatos electrónicos y que luego resucitan. Respiré tranquila.

Me pregunto cómo sobrevivieron aquí los antepasados de estos chinos: (Los primeros asentamientos datan de 2.200 aC). No sé, no entiendo. ¿No eran nómadas? Porque yo hubiera elegido un sitio mejor donde acampar, eh. Supongo que serían todos como el típico amigo con el que te ibas al Viñarock y decidía plantar la tienda en el primer hueco que veía, aunque estuviera a 5 kilómetros del recinto. 

Los chinos antiguos no pensaron en que a las 6 de la mañana, cuando uno vuelve de fiesta, hace -32ºC y que esto lo convierte en una odisea. Llego maldiciendo, corriendo, intentando no caerme (por todos los factores) y llegar a casa es el mayor premio que existe en el mundo en ese momento… después de encontrar un taxi para llegar, claro. Porque se pone a nevar y desaparecen los taxis. Y, amigos, esperar en la calle a -30ºC no es ninguna tontería. Al tercer taxista que dice que no nos lleva porque no le viene bien, pues me acuerdo de sus antepasados milenarios. Uno a uno.

Yendo a la fiesta, uno tiene mejor humor: os dejo un vídeo ilustrativo. No se ve demasiado, pero yo siento escalofríos al verlo: creo que el frío me congela las ideas y a lo mejor atino a decir una frase entera en todo el camino.


Dos argentinos y dos españoles sobreviviendo 
a los -30º mientras cambian de bar.

Aprovechad el tiempo otoñal/pre-invernal y echadle un vistazo a esta página cuando os sintáis desgraciados porque ya casi es invierno y hace frío.

Mil gracias por leerme.

Tx.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Metáforas y versos

Queridos lectores occidentales:

Descubrir, ver y esquivar escupitajos congelados mientras andas por la calle.
Eso es para mí China en Otoño. Una perfecta metáfora de ver cómo el invierno se va acercando sin ningún tipo de miramiento ni advertencia. Ver que cada día el termómetro baja más y más y que nada ni nadie puede hacer nada por evitarlo. Yo no puedo ir más abrigada, me parece. Aunque de momento me niego a ponerme los pantalones térmicos que me hacen piernas de la mismísima Chon Gorda.

Fue por eso que un fin de semana emigramos a Shanghái. (Vale, no fue por esto, pero me venía muy bien para enlazar la historia). Y me enamoré de la ciudad. Un New York en Asia. Una de las ciudades más cosmopolitas que conocí. Puedes comprobar como la ciudad está en un movimiento constante, y ver como está infestada de occidentales y, para variar, de españoles.


Creo que cuando viví en Vancouver adopté la manía de poner cara de extranjera cuando escucho a algún grupo de españoles. En Canadá esto tenía un clarísimo objetivo: mejorar el inglés. Pero cuando viajo no tiene sentido ninguno. Es de ser imbécil, simplemente. Será que a veces, hacerse el antipático es guay. Qué queréis que os diga, lo habré aprendido de alguien. La culpa siempre es de otro.

Después de esta vaga introducción, me veo obligadísima a volver a hablar de mis alumnos. Son las estrellas de esta experiencia, sin duda. No puedo reírme más en las clases, aunque esta semana he estado especialmente cansada por el viaje, ya que estuve trabajando también en Shanghai, así que alguna bronca se han llevado. Cuando me enfado, parece que se van a echar a llorar. Es lo bueno de ser la profe enrollada, que cuando te mosqueas ni se lo esperan.

Una de las clases que imparto es ‘Apreciación de la Literatura’. Hemos llegado a la poesía barroca y, aunque es difícil de comprender, tuve LA maravillosa idea: ellos mismos debían crear sus propios versos. Primero aprendieron a medirlos, a apreciar la estructura, y diferenciar las rimas (tuve un compañero de piso que diferenciaba entre rimas asonantes y rimbombantes, y os juro que estuve a punto de decirles esto. Se lo hubieran estudiado igual, ahora que lo pienso).

Chicos, vosotros tenéis que crear vuestro propio poema. Solo cuatro versos, una estrofa. Si queréis más, está bien, todo lo creativo que queráis. Yo también voy a hacer una. ¿Vale?

Sus caras, de emoción y miedo, lo más. 

Llego a la semana siguiente y escribí algo sencillito, para que se motivaran y no les diera vergüenza compartir sus creaciones…

Desde que llegué a Harbin
Todo ha sido divertido
Hay alumnos geniales aquí
¡Estoy feliz de haber venido!

Escucho un “¡Oooh!” muy asiático al unísono. Todos aplauden. Empiezan a salir alumnos que, bueno, se esfuerzan pero están al nivel lírico de mi creación.

Entonces sale el alumno que siempre lee con voz de robot y escribe:

Oscuro, el sol de mi alma está ya escondido
Silencio, el miedo en el aire me deja sentir frío
Enterrado en la tierra de desesperación
Rodeado por la voz de mi abnegación

Estallé en risas. No sabía dónde meterme. ¿Esto lo has escrito tú? Sigo sin creérmelo. Pero tampoco me apetecía ponerme a soltar típicas frases de profesora, porque no soy la típica profesora, claro.

Estudiante a estudiante, con su hojita preparada, van saliendo, tan contentos.
Algunos versos eran MUY PROFUNDOS:

A la primera vista
Sé que eres mi diosa
Un día me atrevo a decir
Por favor, sé mi novia

(Es lo más sincero que he escuchado últimamente)

El chico es un amigo mío
Quiere ser un gran cocinero
Pero no sabe cocer todo
Solo puede cocer un vaso de cacao.

(Cada uno se inspira en quien quiere)

Otros, directamente, no los entendía:

Un enorme conejo nos huyó
Tras él vive en un bello hoyo
Donde hay su saltador chiquito
Y una col se está cociendo

(¡Una col!)

Ellos ni se podían explicar y acabábamos toda la clase a carcajadas. Cabe señalar que tengo dos grupos de clase para esta asignatura, así que estuve desde las 13.30 hasta las 17.00 riéndome.

Mis versos favoritos son de un chico de 2º curso, que viene a mis clases cuando tiene tiempo. Cada día hay más alumnos que son de otros cursos pero que me preguntan que si pueden asistir a mis clases. Yo me siento muy halagada.

Estoy en mi casa
Pienso qué voy a hacer mañana
Pero soy hombre de mala cabeza
Estaré todavía en mi casa.

(Bravísimo)

Luego, mi alumna aventajada, Thalía, me la dedicó a mí. Me moría de vergüenza, de amor, de risa, de todo.
El día que me llamas Thalía
Me da mucha alegría
Desde la primera vista
Nunca te voy a olvidar
Alegre, guapa y alta
Jamás he conocido tanta amistad
Gracias a la compañía tuya
Ya soy una chica hecha y derecha

A mí nunca me habían escrito ninguna poesía ni nada, he tenido novios muy sosos, no sé. He tenido que venirme a China para que una alumna me diga esto. Además, como dice un amigo que va a ser papá: todo lo que rima es verdad. Y punto.

El frío va llegando, las fiestas y eventos acumulando, ya hemos visto la nieve y ya he tiritado de frío. He visto Harbin totalmente nublada por la contaminación y las calles de cerca de mi casa negras de hollín porque tengo una chimenea que echa humo negro –y no pienso hacer comparación con Lost porque soy el único ser del planeta tierra que no la vió, joder-. Tal vez no esté en el sitio más sano del mundo, pero todo sigue siendo divertido.

La chimenea del carbón

La Torre del Dragón


Campus  

La última foto es de esta misma mañana. El parte meteorológico asegura que no hay ni una nube, pero la contaminación vela porque no gastemos demasiado en gafas de sol.


¿Os animáis vosotros con unos versos?
Gracias por leerme. 

Tx.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Y yo caí, enamorada de la moda chinorril

Queridos lectores occidentales:

Caí. Reconozco que algún día me he comprado ropa muy china. Confesaré que he ido a que me pinten las uñas de colores, con dibujos y cosas muy extrañas. Es verdad que el otro día mantuve el tipo y no vomité cuando ví en el supermercado gusanos que aún se movían dentro de una bandeja. Bailo el Gangnam Style en la discoteca como si me hubieran puesto La Casa Azul. Os comento que le he dado a un chino mi bolso para que lo aguante y que permito que mis alumnos varones recojan mis platos y palillos cada vez que ceno en el comedor con ellos. Y me siento bien. ¿Seré china?

No sé si me gustaría serlo… pero he podido distinguir dos tipos muy distintos de mujeres que se comportan de una manera muy diferente dependiendo del ambiente en el que estén: algunas tienen una mentalidad muy occidental, les gusta la fiesta, beber alcohol y los chicos (mira tú, qué listas). Por otra parte, en la universidad las estudiantes son como niñas: son estudiosas, no han pisado una discoteca en su vida y tienen ganas de tener un novio (pero yo sigo con mi teoría de que solo para que les lleven el bolso y les compren peluches gigantes).

No entiendo esa diversión humillación: mientras son novios, las chinas son mandonas, se ofenden y exigen. Según me han contado, cuando se casan, la historia cambia demasiado. Pero he visto a muchas chicas por la universidad dejando a sus novios plantados, pegándoles empujones o poniendo caras de “estoy enfadadísma, la que te espera”. Es decir, que los chinovios son dóciles, sumisos e intentan agradarles todo el rato. Sino, explicadme a mí esta foto.


La hice mientras casi lloraba de la emoción: los dos novios, con el mismo oso panda en la cabeza, comprando un conejo. No tengo ni adjetivos para definir esa situación.

Y es que, para los que empezáis a leer ahora y no sabéis de lo que estoy hablando, resulta que lo de que las parejas vayan vestidas igual es un must aquí en China. LA ropa. Qué ropa.


 Estos gorros los venden por la calle. ¿Os llevo alguno a España?
Modelos: Nico y Jess.

Cuando iba a mudarme, estuve leyendo sobre la ciudad. Y además del frío polar que ya se está dejando ver (voy con abrigo, guantes, bufanda y por la noche ya estamos en los 0º) pude leer en Internet (y el interné no engaña) que Harbin era el paso de la moda en su camino a Moscú y Milán. La ciudad es muy grande y la moda debe pasar por sitios que yo desconozco, porque no la veo.

Para empezar: hay vestidos monos (muy Kling): de gasa, con cuellos grandes, lacitos y colores pastel. Eso me encanta. También se lleva el look marinero: anclitas, azul marino y rayitas. Qué bien. También se llevan mucho los encajes. Eso también me gusta. Y algún tutú que otro. Eso tiene un pase. Lo que no tiene ningún pase es cuando se lo ponen TODO JUNTO.

Es decir: llevan un vestido blanco de encaje, con perlas y brillantes en el cuello del traje, encima una sudadera con tutú en las mangas (os-lo-juro), unos leggins de leopardo, unas converse falsas CON PLATAFORMA y unas gafas de pasta gigantes sin cristales. Otras llevan unas lentillas más grandes que su iris y que les da una imagen que da un poco de miedo. Las miras y tienes un ‘hay algo raro y no sé qué es pero no puedo parar de mirarlo’.




Por eso cada vez que compro ropa miro a mi amiga argentina y le pregunto ¿es muy chino? ¿Soy china?
-Sí, boluda. -Me dice -Somos chinas desde que nos hacemos las uñas con colores, cenamos a las 5 de la tarde y empezamos a ver lindos a algunos chinos.

Vale, eso nos ha ocurrido. Pero no ha pasado del comentario. Hago un llamamiento a todos mis amigos que me presionan con una experiencia asiática: venid vosotros aquí y me la contáis, que a mi me siguen gustando los chicos guapos. Qué le vamos a hacer. 

Volvamos a la ropa, que siempre estáis pensando en lo único mismo.


Las pobres trabajadoras del súper

Todos podemos caer en ella. Nadie está a salvo


¡Los osos panda! Los osos panda en las gorras, en las camisetas, en las zapatillas, en los bolsos, en las mochilas. Me muero por comprar unas zapatillas con oso panda en la lengüeta. (Para oso panda, yo, cada sábado y domingo hasta que he sido capaz de comprarme un desmaquillante). Estos no son panda pero ¿os valen ositos de otro color?

He aquí a la modelo, mi alumna. Atención al outfit.



Por otra parte, os tengo que confesar también que hay días en los que no puedo ser china: como cuando el conductor del taxi eructa y escupe por la ventanilla constantemente o me deja sola en el taxi y sale a mear a la calle. Como cuando decido innovar con la comida en el comedor de la universidad y tengo que cenar patatas con caramelo. O esta manía occidental que tengo de ducharme y usar desodorante diariamente.

Por último y como regalo, para que os acordéis de mí, me queráis un poquito más y valoréis vuestras salidas nocturnas: cada vez que os quejéis de un váter en algún bareto a las 5 de la mañana, acordaos de que en China siempre podría ser peor. La vida puede ser maravillosa.


Tengo muchísimas más historias que compartiré con vosotros más adelante, pero quiero que asimiléis toda esta información por si os animáis a visitarme.
Gracias por leerme. Mil gracias.

Tx.