Más de un
año sin escribir por aquí. Año y medio quizás: y mira que mis fans
incondicionales (mis padres y un par de amigos que me quieren y les gusta
cualquier mierda que haga) me presionaban y me recordaban cada mes un: YA-NO-ESCRIBES-EN-EL-BLOG.
Además, gente nueva que viene a China desde España, leían mi blog y me
escribían y se ponían en contacto conmigo. Pero ¿qué ocurre? Pues que cuando
llevas dos años en la misma ciudad china las cosas dejan de parecerte curiosas
y empiezan a molestarte a un nivel insoportable.
Y es
entonces cuando me encuentro gritándole a chinos en mi mandarín patatero,
haciendo aspavientos, y convertida en una rusa insoportable. Sé que está mal,
pero me refugio en la idea de que también les pasa al resto de extranjeros que
viven en esta jungla asiática.
¿Que por
qué me enfado? Bueno, yo tengo un pronto así regulero, admitámoslo (aunque mis
amigas lo niegan. Mis novios no). Que sí, me enfado en España también, pero no
de esta manera. De estas ganas de pegarles pellizcos y guantazos a rodabrazo. Y
estoy superando que escupan con ese ruido característico: ya no miro. Sin
embargo, me cabrea cuando son menos de las 9 de la mañana, cuando estoy
comiendo o cuando es a menos de un metro de mi oreja. Cuando es el taxista el
que hace ese ruido, abre la puerta (tiene la delicadeza de hacerlo en los
semáforos) y escupe una media de escupitajo cada 5 minutos, pongo cara de asco,
pero ya. Cuando lo hacen por la ventanilla con el coche en marcha, me jode más
porque siempre me imagino que con el viento me va a salpicar algo y entro en
pánico absoluto.
Me indigna que
no me entiendan a pesar de saber que es mi culpa y que debería hablar mejor
chino. Pero no, es que a veces das con gente que nunca ha hablado con
extranjeros y, no sé, no comprenden tu acento o algo así. Y a veces la cago,
pero otras digo frases TAN PARECIDAS a las que luego repiten, que se me ponen
los ojos en blanco y respiro hondo. 1, 2, 3, 4… y así hasta 10.
Que sí, que
asumo parte de mi culpa. Que llevo aquí dos años y aún no sé pronunciar
debidamente ‘sigue recto’ para decirle al taxista que continúe. Suena a: ‘I yi
tsou’ y yo me empeño en decir ‘I chi so’, que quiere decir ‘vamos juntos’. Que
claro, el taxista me mira y pensará: ‘claro que vamos juntos, extranjera estúpida,
si vamos en el mismo coche’.
Yo sé decir
unos cuantos verbos: querer, saber, gustar, ir, trabajar, mirar, comer, beber,
jugar… los pronombres personales, los días de la semana y unas cuantas palabras
y adjetivos. Y es triste, es triste vivir 2 años en China y hablar como si
tuviera un año de edad. Pero tengo tan poca vergüenza que ni voy a clases. Desde
aquí me comprometo en buscar un par de horas a la semana para ir.
Todos
sabéis ya mi particular cruzada con los taxistas, y que son un filón en mi Instagram: (instagram.com/txarokore) taxistas que se creen Raikkonen, que te preguntan si estás casada, o que GRITAN hablan por el móvil a grito pelao cosas como:
-‘Eh, ¡llevo
a una extranjera en el coche!’
-‘Ah, pídele
el teléfono!’
Taxistas
que se afeitan, (haz clic aquí si no viste el vídeo) taxistas que fuman y te ofrecen, taxistas que paran a
mear Y TE DEJAN DENTRO DEL COCHE MIENTRAS ELLOS HACEN SUS COSAS EN UNA ESQUINA
EN MITAD DE LA CALLE, o los que se van a comprar un helado, todos los taxistas que
llevan guantes de nazareno (esto no lo entiendo aún) [FOTO] o todos recogiendo
más gente durante el trayecto. Ahí acabas comprimida dentro del taxi con mucho
olor a ajo y mucha gente mirándote. Otras veces no encuentras taxis cuando
nieva a -20ºC ,
y lo peor es cuando otra china te quita el taxi y tú vas y con tu chino vergonzoso
le digas: TÚ, MALA. ¿NO VES QUE YO ESPERO?.
Y se asustan.
Porque han visto pocos extranjeros, pero menos aún tan enfadados por situaciones
o acciones que ellos no entienden como ofensa.
Estoy harta de que algunos me intenten timar, en serio. Me hace odiar de una manera muy profunda y yo no soy así (‘cómo voy a ser mala si tengo tatuado un corazón?’). Esta es la historia más representativa que tengo (es de esas historias que pierde mucho escritas, pero lo de hacer un videoblog como que me da vergüencilla):
Ocurrió a principios del verano
pasado: estuve 3 meses trabajando en dos sitios a la vez, de profe de español en
la universidad y de inglés en una academia. Y no tenía ni un día libre: tan
solo el domingo… pero tenía que dar una clase particular de español de 2 horas.
Siempre al mediodía. Que me jodía la existencia. Pero bueno.
Después de
14 días seguidos de trabajo, cojo el taxi (en el que ya había dos personas más),
me siento en el asiento delantero, me pongo a mirar el whatsapp, a tener alguna
conversación tonta, y cuando levanto la vista… estaba en el centro de la
ciudad, al lado del río. Los domingos que hace buen tiempo se van todos los
chinos ahí, al río, a volar cometas y yo que sé. La cosa es que yo no tenía que
pasar por ahí EN ABSOLUTO, había dado una vuelta gigantesca. Miro al taxista
-¿Por qué
estamos aquí?
-Hay mucho
tráfico por el otro lado, chi-chu-chi-cho-chu (cosas que no entiendo)
-¡ES
DOMINGO!
Claro, mi
vocabulario no daba para más. El trayecto es de 20 minutos pero yo llevaba 45
minutos en el coche y me quedaba otra hora más porque la calle estaba
totalmente atascada. No poder expresarte cuando quieres… yo que sé, acordarte
de toda su familia milenaria es MUY FRUSTRANTE. Sobre todo cuando tienes
cansancio acumulado, llegas tarde a tu trabajo y te vas a pasar 3 horas de un
domingo en un taxi.
Quería
gritar, pegarle, salir corriendo y no volver a China nunca más. ¿Por qué me
engañaba? Así que de repente, se me cruzaron los cables, puse ojos de
psicokiller, lo miré desde muy cerca y le grité en chino en un modo muy ofensivo:
-¡ERES… MUY….MALO!
(Ni shi bu hao).
Esto es gracioso porque el hombre se asustó muchísimo, puso
los ojos redondos y se echó para atrás. Es gracioso porque gramaticalmente es
un desastre. Y es gracioso porque de repente, me puse a llorar. No podía
parar. Quería matarlo, pero no podía, así que lloré. Lloré hasta que me harté. El
hombre me daba clínex, yo los cogía y le decía: ‘¡Gracias!’ pero gritándole, de
que lo seguía odiando igual o más. Me sonaba los mocos y tenía hasta hipos. No
paró a recoger más gente.
Cuando
llegué a mi destino, el taxímetro marcaba 80 yuanes. Normalmente son 20. Le di
10 y me fui. El taxista estaba tan asustado (ya me encargué de gritarle por el
camino: ‘¿Quieres dinero? ¡Pues no te lo voy a dar! ¡Soy extranjera, pero no
soy tonta! ¡Los chinos sois tontos!’) que ni se atrevió a mirarme a la cara.
Y son esos momentos
cuando te quieres volver a casa. Cuando ves fotos de tus caris de fiesta. Cuando
te escribe una persona a la que echas mucho de menos. Cuando ves a tu madre
triste por el skype. Cuando la contaminación te hace llevar mascarilla o
quedarte encerrado en casa.
Pero bueno,
volveré a intentar estudiar chino este año. Ya me he comprado libros, me voy a
apuntar al HSK (examen de nivel de chino) y así me tengo que obligar. ¿Lo lograré? O no, pero algunas
palabras más siempre aprenderé para poder gritársela a algún taxista.
Gracias por leerme. Siento la ausencia y también el odio de este post.
Tx.
Gracias por leerme. Siento la ausencia y también el odio de este post.
Tx.